Re-tocando la historia DE CRIMEA EN 1854 A UCRANIA EN 2022 Las imágenes de guerra alteradas y sus consecuencias

Alexander Gardner fue el primero en fotografiar el horror del combate: en sus imágenes de la guerra de Secesión americana aparecen cadáveres y cuerpos mutilados. Sus fotos buscaban recabar apoyos para el bando unionista comandado por Abraham Lincoln. Gardner fue, por cierto, el último en retratarlo con vida, antes de su asesinato el 15 de abril de 1865. Se ha sabido después que no tenía reparos en mover un cadáver para mejorar el impacto de la foto. El cuerpo sin vida del soldado de la imagen de la izquierda aparece también en otra escena: una trinchera.

Es la foto más famosa de la Guerra Civil y la más cuestionada. Llamada Muerte de un miliciano, se tomó en agosto de 1936, presuntamente en cerro Muriano. Pero recientes investigaciones prueban que ni es ese el lugar ni es el miliciano que se creía (Federico Borrell) ni es una muerte. La imagen podría ser una teatralización instada por Capa en un intento de reforzar al bando republicano o una simple toma de un percance. Capa cubrió cinco guerras y murió en una de ellas. Hizo muchas fotos históricas, pero también puede que hiciese una 'icónica' imagen propagandística.

La imagen de la bandera roja ondeando sobre el Reichstag de Berlín en mayo de 1945 se convirtió en símbolo de la 'victoria total' de la Rusia soviética sobre la Alemania nazi. La tomó el fotógrafo oficial, Yevgeny Jaldéi, enviado por la agencia TASS. Cuando el Ejército Rojo tomó el edificio del Parlamento, los soldados colocaron la bandera roja en la azotea… Pero lo hicieron de noche y nadie lo fotografió. Solución: escenificar la acción a la mañana siguiente. Jaldéi disparó un rollo de 36 fotos, inspirado en una imagen que ya era célebre: la ¿también escenificada? instantánea de los soldados americanos alzando la bandera en Iwo Jima. Jaldéi compuso la foto hasta que la bandera ondeó mostrando la hoz y el martillo. Las columnas de humo al fondo son un añadido posterior en el laboratorio. Y un detalle: el soldado que ayuda desde la base de la estatua lucía un reloj en cada muñeca. Uno fue borrado porque evidenciaba una práctica habitual y nada honrosa: los robaban de los cadáveres o las casas saqueadas.

Es tan sutil que, sin ser marcado, es difícil que el lector repare en ello: en la foto original, la superior, una cámara aparece bajo el soldado. En la inferior, ha desaparecido. Esta alteración le costó cara al fotógrafo mexicano Narciso Contreras: la agencia Associated Press (AP), para la que trabajaba, rompió toda relación con él y eliminó todas sus fotos del archivo, pese a que no se pudo demostrar que hubiera más imágenes alteradas. ¿Exageraban? Esta imagen fue tomada en 2014 en Siria y planteaba dónde está el límite entre retoque y manipulación. AP tuvo claro que, cuando se cubren conflictos, no caben retoques. La agencia Reuters hizo lo mismo con un fotógrafo que añadió humo en una foto de Líbano. Es cuestión de credibilidad.

«Rendíos», decía Zelenski en un vídeo en marzo. El presidente ucraniano hablaba con una voz más grave que la suya, pero el vídeo se viralizó en redes. Era un deepfake. Esta tecnología que manipula vídeos con inteligencia artificial nunca había sido usada en un conflicto. Muchas otras tergiversaciones se difunden estos días en Internet, como los bulos rusos de que los heridos y muertos de Ucrania son en realidad actores maquillados. Y otros más sutiles, como imágenes de videojuegos difundidas como si fuesen reales, que llegaron a colarse en programas de televisión.