Viernes, 26 de Diciembre 2025, 09:45h
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Comienzo este artículo con una noticia que se me cruzó por las redes. Y como casi todo lo que se cruza de esa manera, lo vi, lo ignoré, lo volví a ver y al final me ganó la curiosidad. La cosa es que, en algún lugar de la fría Dinamarca, a alguien con mucho tiempo libre o mucho presupuesto para subvencionar chorradas se le ocurrió que la Orquesta Nacional interpretara el Tango Jalousie de Jacob Gade mientras cada músico, a mitad del asunto, tenía que mascar uno de los chiles más picantes del mundo. No una guindilla cualquiera, sino algo muy a lo bestia: Carolina Reaper, Scorpion Moruga o uno de esos que suenan más a comandos militares que a ingredientes de cocina. La idea era ver a músicos clásicos –gente que estudió toda su vida para no mover una ceja mientras trajina a Mozart– sudar como si corriesen una maratón en los Monegros, pero sin dejar de tocar. Violines y lágrimas.
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