Viernes, 17 de Octubre 2025, 12:04h
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Fácil es comprometerse con lo que no depende de uno, con lo que pilla lejos, con lo que resolverán otros o no se resolverá. Más cuesta imponerse el deber de ser uno mismo el que asuma la responsabilidad, levante el peso o vadee el río, so pena de tener que rendir cuentas por no haber cumplido lo que se echó a la espalda. Hoy quien manda se desentiende con soltura de lo que prometió para que le pusieran la batuta en las manos, de los reveses habidos en su mandato, de que los proyectos a su cargo no avancen, languidezcan, naufraguen. Está de moda un liderazgo basado en la falta de todo compromiso efectivo o, lo que es peor, en que sean otros los que carguen con el descrédito si el tren que uno conduce descarrila. Hay quien cree que tamaña inconsistencia se suple con recursos narra-tivos. Ya se irá viendo.
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