Viernes, 03 de Octubre 2025, 11:11h
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Vienen tiempos de escasez, que algunos ya están viviendo en avanzadilla, y en los que será cada vez más difícil justificar su compatibilidad con la vasta panoplia de privilegios de que disponen nuestros dirigentes, en activo o tiempo ha retirados. Que los franceses, que afrontan una serie de reformas dolorosas para sostener su maltrecho estado de bienestar, hayan abierto el melón de las pre-bendas con las que se premia de por vida el paso por algunas magistraturas no puede sino interpelar a un país donde la deuda pública, sin ser tan alta, supera con holgura el PIB y, lo que es más importante, hay muchas personas que no pueden acceder a una vivienda, llegar a fin de mes o ambas cosas al mismo tiempo. Nunca fue muy estético que el premio lo decidieran los premiados. Ahora es la ética la que les aprieta.
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