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Mi hermosa lavandería

Terrones de azúcar falsos

Isabel Coixet

Viernes, 28 de Junio 2024, 08:46h

Tiempo de lectura: 3 min

Cuando el Muro de Berlín cortó Alemania en dos en 1961, el Ministerio para la Seguridad del Estado de la Alemania del Este puso en marcha la Stasi, un sistema de vigilancia masiva de sus ciudadanos que, aunque tiene precedentes en muchos momentos de la historia de Europa, nunca llegó a los niveles de locura y absurdo que se vivieron en la República Democrática Alemana. La Stasi tenía como objetivo sofocar y aplastar cualquier tipo de disidencia, pero en ese fútil intento creó un sistema de miedo, desconfianza y delación que transformó la convivencia en un infierno: se rompieron amistades, familias, relaciones amorosas. El fingimiento de adhesión al régimen se instaló hasta en la vida privada: nunca se sabía quién podía estar escuchando. La gente tenía conversaciones jugando  al ping pong para que el ruido de la pelota impidiera la grabación de las conversaciones, aunque en algunos árboles también se ocultaban cámaras. 

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