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La artista iraní Shirin Salehi crea los Premios XLSemanal 2024

La luz de la palabra interior

La artista iraní Shirin Salehi crea los Premios XLSemanal 2024

La artista iraní Shirin Salehi ha creado la obra original que recibirán los ganadores de los Premios XLSemanal 2024: Antonio López, Adela Cortina, Valentín Fuster y Paco Arango. Una sutil pieza en cobre inspirada en un texto de la filósofa María Zambrano.

Shirin Salehi (Teherán, 1982) no es una artista al uso. Nada es lo que parece en su delicada obra, y tampoco lo es en su estudio de Carabanchel, de Madrid, que bien podría ser el despacho de un escritor en pulcrísimo orden. Una pared entera está cubierta por folios escritos, donde anota sus ideas durante el proceso creativo.

Enfrente de esa suerte de mural de papel ha realizado la obra en exclusiva para los Premios XLSemanal. En una plancha de cobre, «igual que las que utilizaba Goya para sus grabados», escribió con una punta de grabado un breve texto incluido en el libro Claros de bosque, de María Zambrano.

La belleza de un texto inspirador

Este es el texto de María Zambrano que recoge la obra de Shirin Salehi, escrito en espejo, como vuelto al interior.

«Hay que dormirse arriba en la luz. Hay que estar despierto abajo en la oscuridad intraterrestre, intracorporal de los diversos cuerpos que el hombre terrestre habita: el de la tierra, el del universo, el suyo propio. Allá en ‘los profundos’, en los ínferos el corazón vela, se desvela, se reenciende en sí mismo. Arriba, en la luz, el corazón se abandona, se entrega. Se... Leer más

Se trata de un escrito donde la gran filósofa del siglo XX alude con belleza poética a ese no lugar donde el ser humano alcanza la plenitud. La sorpresa está cuando el espectador se acerca a la plancha y descubre que el texto está escrito en espejo. Y no solo eso, las letras están deformadas y casi podrían parecer escritas en árabe o persa, o «parecer un dibujo».

Al cabo de dos o tres días, la artista entinta la plancha como si estuviera lista para la estampación. Pero, una vez más, vuelve a darle una vuelta de tuerca. A pesar de seguir los pasos del proceso de los grabados de Goya, el resultado final es distinto, pues, en lugar de terminar siendo una estampa, la plancha de cobre con el bello texto en espejo se convierte en una escultura.

La escritura de Salehi, grabada en cobre, es tan hermosa como la tradición caligráfica de su país

La escritura de Shirin grabada en su material fetiche es tan hermosa como la tradición de caligrafía de su país. El secado es largo y delicado. «El grabado es una técnica muy sucia, pero los resultados tienen que ser limpios», afirma Salehi, que estuvo más de un mes revisando las planchas «para que les llegase aire, pero no polvo». Su obra pretende despertar al espectador no solo una mirada artística. «No utilizo mi obra para generar solo algo hermoso, sino para reflexionar», aclara. Su trabajo, casi siempre unido a la literatura y la escritura, huye tanto de lo esperado como de la imagen directa y espectacular que atrapa los ojos impacientes de hoy.

Prefiere lo ilegible, el misterio de lo que uno va descifrando. Su lenguaje estético es sutil; habla del respeto de los derechos humanos y la situación de su país «de otra forma», distinta a la que podría esperarse. «Hay que generar otro tipo de lenguajes para escucharse», prosigue.

Ese respeto hacia el mundo y las personas lo traslada al texto que ha elegido de María Zambrano. «Por eso escribo en espejo», confiesa. Zambrano habla de mirada interior y Salehi, para no 'profanar' la palabra dada, la envuelve sobre sí misma, como una suerte de escritura interior.

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Coser lo humano. Mediante el grabado, el dibujo, la escultura y el vídeo, Shirin Salehi investiga la dimensión poética del lenguaje a partir de ideas como la escritura ilegible, la materia borrada y el ocultamiento de las imágenes.

Además de artista comprometida con la situación de su país y los derechos humanos, Salehi es profesora, e intérprete de refugiados de Irán y Afganistán. Se licenció en Ingeniería de Telecomunica-ciones, pero pronto se dio cuenta de su vocación. Dio un giro de 180 grados, lo dejó todo y empezó desde cero en 2009 a entregar su vida al arte.

Utiliza su obra para «provocar algo» y hacer pensar de otra manera. Otra forma de activismo «muy profundo» que está en su forma de comunicarse, en la docencia y, por supuesto, en su expresión artística, que ha ido madurando desde que llegó de su Teherán natal con 16 años. «Detrás de cada inmigración hay una historia». Desde entonces, su obra ha recibido múltiples reconocimientos y ha sido artista residente en la Academia de España en Roma.

Lamenta que el grabado, técnica en la que se formó en Madrid, esté desapareciendo y que solo algunos artistas recurran a él como medio para vender más económicamente su obra. Las de ella son siempre piezas únicas, como las del galardón que se entregará el 6 de junio a nuestros cuatro premiados. Porque lo que le interesa no es el grabado en sí, sino todo lo que «ocurre antes de la estampación, la parte poética de la gráfica». «Magia», apostilla.