Simple Minds: viaje a un pasado en el que el rock tenía ilusión de futuro

AL SOL

Jim Kerr durante el concierto de Simple Minds
Jim Kerr durante el concierto de Simple Minds César Quian

El grupo escocés revisó en A Coruña su repertorio clásico con fortaleza sonora y un Jim Kerr en plenitud de facultades

28 jul 2022 . Actualizado a las 20:33 h.

Hubo un día en el que fuimos jóvenes y Simple Minds, una banda grande que llenaba pabellones echándole pulsos a U2. Ahora somos más viejos y los escoceses una formación bastante más pequeña, a la que le cuesta llegar a 2.000 personas. Pero ayer en en el Coliseum de A Coruña todos jugamos la baza de un pasado glorioso de lozanía, éxito y excitación. Resultó fácil. A sus 63 años Jim Kerr sigue apareciendo como un cantante efervescente y entusiasta. Nos vemos reflejados en él porque estéticamente es de todo menos moderno. Pero canta con una fortaleza que ya quisieran otros. Y lidera una banda rocosa que revitaliza un repertorio que tiene grabado en su ADN una sensación muy especial: la de un pasado en el que el futuro (incluido el del rock) aún era posible y no como ahora, que se nos niega sistemáticamente la ilusión desde el crac de Lehman Brothers.

Todo llevaba allí. De manera sensacional. El Act Of Love inicial dando la sacudida nostálgica. El Love Song de, sí, Supergarcía en la hora cero. Y Waterfront con sus teclados explosivos y sus guitarras afiladas certificando que, en efecto, íbamos a presenciar un gran concierto. Gozando de un sonido brillante y potente («estos no tuvieron un sonido así en los ochenta ni de broma», se escuchaba en la grada) revitalizaron clásicos, pidieron palmas y ofrecieron un recital como si se encontraran ante 15.000 personas en su mejor momento. Charlie Burchill, el otro superviviente de la formación original, también estuvo estupendo con sus guitarras extrañas, atmosféricas y nada exhibicionistas marca de la casa. De la savia nueva destacó especialmente Cherisse Osei, una batería que es un portento y se metió al público en el bolsillo.

Al final, con las manos alzadas, en comunión y coreando Don't You (Forget About Me), quedó la escena perfecta para ese vídeo de móvil que al día siguiente circulaba por múltiples grupos de WhatsApp. Esos que llevan el nombre de «colegas universidad». En los que se recuerda aquellos días en los que éramos más jóvenes. Y Simple Minds una banda grande cuya música nos hacía pensar en un futuro lleno de posibilidades. El siglo XXI. Este en el que vivimos.