Silencios mágicos, buenas vibraciones y no a la xenofobia en el Atlantic Fest
AL SOL

Bajo amenaza de lluvia, la cita arrancó con The Jesus and Mary Chain y Slowdive como platos fuertes
19 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Comienza el fin de semana del indie en Vilagarcía de Arousa con música, gastronomía y mucho ritmo en inglés. El Atlantic Fest abrió ayer las puertas de su recinto en la playa de A Concha envuelto en temperaturas más que llevaderas y bajo un cielo encapotado del que se escaparon, de vez en cuando, algunas gotas de lluvia.
El público más ansioso pudo cruzar bajo el arco del triunfo festivalero poco después de las siete y media de la tarde, al ritmo enlatado de Fillas de Cassandra. La mayoría dedicó sus primeros minutos a explorar el recinto, pero también fueron bastantes los que pusieron rumbo directamente hacia el escenario principal, dispuestos a coger sitio para The Jesus and Mary Chain.
Pero antes de que llegase el plato fuerte de la noche, había mucha música que disfrutar. Fue Luz Futuro el grupo encargado de hacer sonar las primeras notas del fin de semana. El proyecto liderado por Daniel Benavides, a pesar de empezar con un público frío, evocó la nostalgia de los años ochenta con canciones como No me olvides o La cura y consiguió animar al respetable.
En el Atlantic Fest también hay hueco para apreciar a algunos de los artistas emergentes del panorama español, entre ellos Cristalino. Este es el nombre del grupo de Francisco Martín Ocete, nominado a los Goya de este mismo año como Mejor Actor Revelación, que sobre el escenario presenta una fusión de electrónica e hyperpop, entre otros géneros. Ayer puso al público frenético. Aunque se encontró con alguna dificultad técnica y de sonido, supo manejar la situación y captar la atención de los oyentes, para los que tenía un mensaje digno de ser tenido en cuenta: «La xenofobia crece en la vieja Europa».

Bajo la lluvia y el humo
A las 21.40 horas estaba anunciada la aparición sobre el escenario de Galicia Calidade de una de las bandas más emblemáticas del indie español, Lori Meyers. Para recibirlos, el recinto se había llenado hasta la bandera y en la puerta había tráfico de entrada denso. Entre el público, un montón de chavales dispuestos a disfrutar del que debía de ser uno de sus primeros conciertos. Uno de ellos lo dejaba claro en el colorido cartel que aferraba: «Lori Meyers, te escucho desde los tres años; es la primera vez que te veo en directo».
Seguro que al rapaz le quedaron ganas de repetir. El grupo demostró su fuerza escénica, logrando desde imponer un rotundo silencio en el recinto del festival mientras sonaba Emborracharme, a hacer bailar y gritar a un público enfervorecido con Luces de Neón y Tokio.
No es la primera vez que el grupo está en el Atlantic Fest: ya actuaron en las ediciones de 2017 y en la de 2021, así que la última vez el concierto se celebró con mascarillas puestas. Ayer la banda se felicitó por volver a verle la cara a un público al que consideran su «familia gallega». «Ojalá volver al Atlantic otro año más», desearon. Y su público pareció responder a su deseo cantando a voz en grito «y me pides que quieres que vuelva», de El tiempo pasará.

No se podía llegar más alto a las once y veinte de la noche, Slowdive tenía previsto aparecer entre humo y luces tenues. El ejército de amantes de la música que formaba ante el escenario esperaba escuchar a una de las bandas referentes del sonido shoegaze, un género que, a pesar de que se traduce el español como «mirar a los zapatos», destaca por la fuerza de las guitarras, las voces etéreas y un ambiente introspectivo. Como es habitual en Slowdive, una banda inglesa que evoca los años noventa, el directo y la realidad estaban llamados a superar con creces su obra gravada. Con la magnética voz de Rachel Goswell, la cantante del grupo, y la guitarra de Neil Halstead se esperaba que interpretasen tanto los temas de Everything is alive, su último disco, como algunas de sus canciones más conocidas como When the sun hits.
El momento más esperado de la noche habría de llegar con The Jesus and Mary Chain. Jim y William Reid iban a conquistar bien pasada la medianoche a un público ya rendido e iban a hacerlo, presumiblemente, a base de guitarras distorsionadas, letras cargadas de oscuridad y un sonido envolvente.