La cultura no es reaccionaria. No se opone a los cambios tecnológicos. Pero está reñida con el mal gusto, la ignorancia y sobre todo esa subcultura cutre y hortera que se ha convertido en producto de fácil consumo y perversa alienación.
Como gallegos de la costa más al norte, tenemos derecho al patrimonio histórico, artístico, ecológico, costumbrista, que nos identifica como pueblo de la Península Ibérica. Como sociedad civil tenemos el deber de conservar, divulgar, indagar y preservar de manipulaciones mercantiles, nuestras señas de identidad, comenzando por el idioma.
Pero estamos en el medio de una galerna. Vientos huracanados que soplan desde esa sociedad de consumo que obtiene pingües beneficios de la zafiedad.
-No tienen más que comprobar el consumo aditivo de ciertos programas de televisión- Mar encrespada que pretende hundir cualquier Argos dónde naveguen nuestros conocimientos, orgullo histórico, señas de identidad, espíritu crítico, versos libres frente a la mediocridad que manipulan los del corto recorrido político, dónde lo único importante es ¡qué hay de lo mío!
-En plena austeridad y brutal deuda pública, se suben el sueldo un 40%
- Celebrar una semana en torno a los libros, exposición fotográfica «A Mariña dende o ceo», debatir entre ciudadanos con peso específico profesional sobre hechos muy concretos, nos hace fuertes, inquietos, libres y dispuestos a ser partisanos al servicio de la causa, que se basa en una palabra clave: ¡respeto! No queremos que nos engañen, oculten, compren por menos de nada, asusten con pérdida del trabajo y salario, nos enfrenten con las mesnadas de la miseria e indigencia cultural. Si hay contaminación orgánica e inorgánica por vertidos a tierra, mar y aire, con metales pesados, que sabemos son causa de graves enfermedades, debemos elegir, entre la vida o el empleo. Claro que en el medio, dónde reside la virtud está la Ley. La que obliga a depurar, cambiar procesos y sobre todo preservar de los factores de riesgo, incluso realizando estudios epidemiológicos sobre la morbilidad y mortalidad de ciertas enfermedades muy graves, y desde luego en relación a población para nuestra provincia de Mondoñedo.
La cultura es cita para viajeros. Lo ha sido siempre. Ese es el turismo que necesitamos. El que hace el Camino a la Tumba en la Ciudad Santa de Occidente. Pero que debería de acudir a San Martiño, Mondoñedo, Sargadelos, Viveiro, y castros marinos, incluso de faros y desde luego a esos cascos históricos. Todo antes que los inventos de palizas entre romanos y celtas, o entre celtas y vikingos, todo ello como culto a Baco, sin duda el más despreciable de los habitantes del Olimpo.
Sistema educativo
Queremos que el sistema educativo público, empeñado en el uso-abuso de perversas máquinas que producen alienación, adicción y nuevas formas de acoso, den paso a enseñanzas de los viejos oficios de carpintería de riveira, en esa ciencia o arte de la construcción de embarcaciones, o del mundo marino como fuente de riqueza y empleo. Lo que antecede se une a la pretensión de un centro integral para desarrollar la cultura castrexa, o la épica para la caza de ballenas y cachalotes y desde luego de los naufragios, ahora que algunos han descubierto las actividades subacuáticas para la recuperación de pecios, que dicho sea de paso, una vez sacados a flote, ¿dónde piensan ubicarlos?. Son parte de nuestro patrimonio y queremos que asienten aquí. Con lo dicho les expongo las conclusiones de unas jornadas que han sido para muchos el bálsamo de fierabrás, ante tanta espurraja ambiental.