Trescientos obreros en las fincas de caña de azúcar del viveirense Francisco Infante

martín fernández

A MARIÑA

ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

A mitad del XIX, Cuba era el primer productor azucarero aunque no fue alta la presencia en el sector de mariñanos

07 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

A mediados del siglo XIX, Cuba era el primer productor mundial de azúcar. Su economía se estaba modernizando y lo único anacrónico era la mano de obra esclava. Cuando ésta se abolió, hubo una gran demanda de operarios agrarios que, unido al hecho de que las cadenas migratorias -unidas por vínculos familiares o vecinales- estaban consolidadas, crearon las condiciones propicias para una masiva emigración gallega hacia la isla. No fue alta la presencia de mariñanos en el sector azucarero pero tres sí destacaron: los hermanos Acea Pérez, de Ortigueira, y Antonio Rodríguez Vázquez, de Viveiro, propietarios de factorías; y un colono productor de caña, Francisco Infante, de Viveiro.

Del relieve de Infante en el proceso productivo del azúcar dio cuenta El Correo de España, un periódico editado en Buenos Aires en 1894. En su número 35, del 27 de enero de 1895, bajo el título «Un gallego ilustre» escribe: «Los lunes, un periódico político y literario de Cienfuegos (Cuba), publica el retrato de un apreciable viveirense, don Francisco Infante, rico propietario de Real Campiña, en ese término municipal».

Infante se había radicado en Aguada de Pasajeros, municipio de cinco poblaciones -Aguada, Primero de Mayo, Covadonga, Real Campiña y Palmarejo, estas dos últimas fundadas por él- perteneciente a Cienfuegos. La producción de azúcar apareció allí más tarde que en otras zonas del sur cubano. Fue a fines del XIX al implantarse dos ingenios -factorías- de gran importancia: el Perseverancia, de la compañía norteamericana Atlántica del Golfo, y el Covadonga, de la familia Carreño, ambos con grandes molidas y producciones que fomentaron el cultivo de la caña en la zona.

 Noble y generoso

En la cadena productiva del azúcar, lo que distinguía a Cuba de otros países (Java o Haití) era la gran extensión de los latifundios y la descentralización de la oferta de caña. En Cuba, los cultivadores independientes -llamados colonos- producían la mayor parte de ella y tenían fuerza a la hora de negociar la venta de su cosecha.

El Correo de España resalta que Infante era «simpático, noble y generoso» y que las dos localidades por él fundadas «están hoy en constante progreso debido a sus iniciativas» pues «en sus grandes fincas de caña da trabajo todo el año a más de 300 personas». Así que «en toda la comarca le quieren y le respetan mucho. A su casa no acude nadie en demanda de algún favor que no lo obtenga».

Los productores de caña precisaban mucha mano de obra. Había que arar la tierra 9 veces durante los 3 meses anteriores a la siembra y, además, como la caña pierde rápidamente contenido en sacarosa si pasan más de 24 horas entre el corte y la molienda, había que realizar en la propia finca -antes de enviarla al ingenio- un primer proceso de elaboración del dulce…

martinfvizoso@gmail.com

Cienfuegos, una bella ciudad con alcalde de Corcubión, concejal de Trabada y gran presencia gallega

Una de las ciudades más hermosas de Cuba es Cienfuegos, la Perla del Sur. Su bahía natural, la más grandiosa y bella, y una arquitectura repleta de fachadas clásicas y esbeltas columnas inspiradas en la Francia del siglo XIX, seducen al viajero y convierten a la ciudad en patrimonio mundial de la Unesco desde el año 2005.

La presencia gallega está por todas partes. Allí se fundó en 1878 la Sociedad de Beneficiencia de Naturales de Galicia -dos años antes que el Centro Gallego de La Habana-- y se editó la primera publicación gallega de Cuba y América Latina, El Avisador Galaico, que fundó José Porrúa Valdivieso, un emigrante de Corcubión (A Coruña) que fue alcalde de Cienfuegos en 1872 y diputado en 1879.

 Élite comercial y financiera

Además del azúcar, los gallegos participaron también en otros sectores y se erigieron en la élite comercial y financiera de la ciudad.

Uno de ellos fue José Mª Villapol Fernández (Trabada 1857-Barcelona 1912), Comandante en 1896, concejal de Cienfuegos durante nueve años, presidente de la Beneficiencia Gallega y de la Colonia Española además de exitoso empresario del mueble y el transporte marítimo.

A finales del siglo XIX las principales firmas de carpintería, ebanistería, mueble, préstamos, dulcerías, fábricas textiles y de confección o transporte marítimo eran de sociedades gallegas. Entre otros, de los trabadenses Villapol Fernández, José y Manuel Reigosa Lombardero o José Barcia Barrera; del ribadense Pedro Rodríguez Villameitide, padre del ministro y número dos de Fidel Castro, Carlos Rafael Rodríguez; y, entre otros, de los hermanos Valeiras, Luis Armada o Alejandro Boullón.

Refinerías propiedad de emigrantes de Ortigueira y Magazos

Si Francisco Infante destacó en la producción de caña de azúcar, los hermanos Antonio y Nicolás Acea Pérez, de Ortigueira, y la familia de Antonio Rodríguez Vázquez, de Viveiro, lo hicieron en las refinerías y factorías cubanas.

Los Acea Pérez fundaron en 1839 las centrales Dos Hermanos y Manuelita en Cienfuegos, ciudad de la que fueron grandes benefactores. El Portafolio Azucarero, editado por la Secretaría de Agricultura en 1915, revela que ese año la central Dos Hermanos disponía de 170 caballerías de tierra (2.278 hectáreas, una caballería son 13,4 hectáreas). Además, trabajaban para la central 64 colonos independientes que cultivaban 55 caballerías propias que aportaban entre 40.000 y 25.000 arrobas de caña cada una.

Las fábricas fueron administradas por los descendientes de los dos hermanos hasta 1919 en que el último heredero del clan -Francisca Toste, viuda de Nicolás Acea de los Ríos con el que se extinguió el apellido Acea en Cienfuegos- las vendió a José Ferrer Sirés, un catalán enriquecido con el comercio y dueño de los tranvías de la ciudad. Su fortuna era tal que hoy su vivienda habitual, el Palacio Ferrer, es uno de los grandes atractivos turísticos de la Perla del Sur.

La riqueza de la familia de Rodríguez Vázquez (Magazos 1862-La Habana 1953) no le iba a la zaga. El conglomerado que dirigía su hijo Antonio Helier Rodríguez Cintra consistía en 1959, como dueños o accionistas, en una central y una refinería azucarera, cinco cines en La Habana, una fábrica de cerveza, otra de tabaco y una inmobiliaria. Su Corporación Industrial del Trópico SA era arrendataria de la central azucarera San Agustín que ocupaba a 2.300 trabajadores en Remedios (Caibarién).

Un grupo destacado en el sector azucarero cubano fueron los vascos. Apellidos como Illarreta, Escarza, Arruebarrena o Barrayarza tuvieron importantes factorías. Sobresalió Agustín Goytisolo Lezarzaburu -abuelo de los escritores Juan (Señas de identidad) y José Angel Goytisolo (Palabras para Julia)- dueño de ingenios y fincas en Cienfuegos.