AstraZeneca, Banco Sabadell, Cepsa, Covestro, KPMG, IKEA Ibérica o Unilever son algunas de las 100 mejores empresas -que figuran en la lista Forbes- en las que trabajar en España. Hay una que no aparece en esa lista anual que publica Forbes y debiera, está en A Mariña lucense y es Alcoa; el único complejo industrial que mantiene ya en España la multinacional norteamericana del aluminio con sus dos plantas: de alúmina (la refinería) y la de aluminio. ¿Por qué es la mejor?
Por las condiciones que ofrece en un momento complejo para ese sector. Alcoa mantiene funcionando a medio gas la planta de alúmina, ahora a un rendimiento algo mayor en función de cómo vaya evolucionando en cada momento el mercado del aluminio, y prácticamente tiene cerrada la planta de aluminio (únicamente con algún departamento abierto, como electrólisis). Aun así lleva casi año y medio pagando los salarios íntegros de todos los trabajadores (de ambas plantas, y son más de mil empleados en la factoría) y no son de los más bajos. No solo eso, sinó que trata de garantizar los trabajos en las empresas auxiliares manteniéndoles los contratos a las distintas firmas a cambio de que no despidan a sus trabajadores (condición que también se debe al empeño del comité de empresa, es justo decirlo, tanto en la factoría matriz como en las auxiliares. La negociación entre las partes -empresa, comité, incluso Gobierno central y Xunta- dio este resultado, creo que excepcional en el mundo de la empresa).
¿Cómo estaría y debe de estar el precio de la energía que a Alcoa le sale más rentable esta situación que estar operativa al 100%? De hecho, acabó el pasado año con beneficios. Es verdad que este tiempo es de transformación para el complejo industrial; está tratando de dar un salto adelante evolucionando hacia renovables y dejando atrás combustibles y energías caras y que forman parte del pasado. Y también es verdad que mientras tanto los trabajadores de la planta de aluminio siguen cursos de formación y readaptación y algunas otras tareas que les encomienden.
Empresa y trabajadores sirven en realidad de modelo de una transformación de futuro ejemplar. Sin que de momento sea traumática. Sobre todo, si al final sale bien, como parece en principio. Sin crispación laboral (que la hubo antes, pero ya no), siguiendo el comité que todos los puntos pactados con la empresa (referidos al cambio de modelo energético y a las inversiones para modernizar la factoría) se vayan cumpliendo. Como también parece.
Vienen manteniendo periódicamente reuniones de seguimiento de los acuerdos junto con los representantes políticos del Gobierno central y de la Xunta, que hacen el papel de testigos o "notarios" o supervisores o algo similar. Todo hace pensar en una transición modélica; en apariencia lo parece. Por parte de unos y de otros. Servirá, quizá, de ejemplo en el futuro.