Luchar contra la despoblación

José Díaz

A MARIÑA

J.A.

05 mar 2025 . Actualizado a las 18:28 h.

Tanto nuestra Comunidad como la vecina Asturias son dos de las más afectadas por la despoblación en el medio rural. Entre 1996 y 2020 perdieron un 30% de habitantes en poblaciones de menos de 10.000 habitantes. Ahí es nada. Para que os hagáis una idea, en Asturias, una de cada diez aldeas desaparecen cada año. Hay miles, haced las cuentas. Visitando estos entornos, percibes muy claramente los síntomas y las consecuencias de este fenómeno. La naturaleza devorando casas, caminos, y hasta pueblos enteros. De algunas de esas viviendas cuelga un cartel, ya corroído de “SE VENDE”. Nadie las comprará. Hasta los okupas son más de vivir en el centro. Suele haber mil promesas electorales cuando toca recolectar votos, que juran grandes proyectos e inversiones para estos devastados núcleos de población, envejecida y con tasas de natalidad rozando el cero. Pero una vez alcanzada la poltrona se acabaron las buenas intenciones, si es que alguna vez las hubo.

Algunos vecinos de estas poblaciones tan afectadas por una crisis demográfica sin precedentes, luchan por seguir con sus vidas sin tener que unirse a la cola de quienes no tienen más salida que poco menos que huir con lo puesto en busca de un futuro mejor. Para ellos va hoy mi admiración y profundo respeto. Acompañadme por ejemplo a Villayón, un municipio del Occidente asturiano, que nos queda aquí al lado a tiro de piedra. Os invito a conocerlo. En 1960, este concejo de cinco parroquias, tenía casi 4.500 habitantes censados. A día de hoy son poco más de 1.100. Tampoco os hablo de un lugar a 2 horas de la civilización más cercana. A poco más de veinte minutos esta Navia. Imaginaros a medida que nos alejemos como estará la cosa. Bien, pues en Villayón existe un negocio familiar (seguro que más, servidor conoció este en particular, El Torneiro) que explota los recursos de que disponen e invita a todo el mundo a disfrutar de ellos. Buenos pastos para el ganado, maravillosos productos de la huerta, por no hablar de un entorno idílico, casi de ensueño donde el silencio y la paz conforman una banda sonora solidaria, imprescindible y mágica. Su propio ganado, sus propias carnes... Su propio restaurante. Pero no uno cualquiera, el que sirvió el mejor caldo asturiano de España o la segunda mejor fabada en 2024. No solo se quedaron, sino que triunfan desde sus propias raíces. Todo un ejemplo.