José Bretón confiesa por primera vez que mató a sus hijos: «Confiaron en mí. No hubo miedo ni dolor»

ESPAÑA

El escritor Luisgé Martín publica en el libro «El Odio» las revelaciones del asesino de los pequeños Ruth y José. Mantuvo visitas y conversaciones telefónicas para documentar un trabajo tan aterrador como los propios crímenes: «Antes de poner los cuerpos en el fuego comprobé que no respiraban»
12 mar 2025 . Actualizado a las 18:25 h.Es un crimen que nadie ha olvidado. Un caso policial conocido por el nombre del asesino de sus dos hijos, José Bretón, pero también por el nombre de dos inocentes víctimas, de tan solo 6 y 2 años, Ruth y José. El 8 de octubre del 2011 primero Bretón mató a ambos hermanos y, después, calcinó los cadáveres en una finca en Córdoba con un nombre de triste coincidencia: Las Quemadillas. Pero antes de que sus hijos muriesen había urdido un plan con una frialdad despiadada. Un mes antes su mujer, Ruth Ortiz, le había comunicado su intención de divorciarse. Intentó, al prender fuego a los restos que nunca pudiesen ser identificados, después de tratar que los investigadores creyesen que había perdido a sus hijos en un parque tan solo un día antes de acabar con la vida de los pequeños.
«Yo estaba de acuerdo con la separación. Me parecía bien. Incluso empecé a buscar a otra mujer, llamé a Conchi y estuve a punto de quedar con ella. A mí no me parecía mal el divorcio, pero me atormentaba esa incertidumbre, el hecho de no saber qué iba a pasar con mis hijos» es una de las confesiones de José Bretón al escritor Luisgé Martín en El Odio, un libro basado en la relación que desde el 2021 el autor cimentó con el asesino a través de cartas, visitas a la cárcel de Herrera de la Mancha y llamadas telefónicas para dar pie a un trabajo que se define como «perturbador sobre un crimen atroz». Gracias a esa correspondencia, de unas 60 misivas, el parricida profundiza en sus macabras motivaciones en las 184 páginas publicadas por la editorial Anagrama. «Necesitaba que esa situación se acabara, que desaparecieran las dudas y la incertidumbre. Es como si se me hubiera metido un monstruo dentro de la cabeza que no me dejara dormir ni pensar en otra cosa. No podía encontrar soluciones. Y cada día era peor que el anterior», cita en El Confidencial el propio escritor a Bretón, en base a un encuentro carcelario que mantuvieron en el 2023 y que ha cedido a este medio.
«Empecé a sentir mucha angustia. No por la separación de Ruth, que me parecía lógica y aceptable, sino por mis hijos. Una separación siempre tiene consecuencias con los hijos. Me obsesionaba la idea de que se educaran al lado de la familia de mi mujer, que a mí me parecía una familia tóxica», detalla el asesino sobre lo que detonó sus planes.
Un crimen «sin sufrimiento» y «que los cuerpos desaparecieran»
«Había dos condiciones que tenían que cumplirse: que murieran sin sufrimiento y que los cuerpos desaparecieran luego para que no los encontraran. Sin cadáveres no hay crimen, eso está en cualquier novela policíaca», se expresa José Bretón en relación a sus intenciones. Así, tal y como determinaron los investigadores, empleó tranquilizantes —Orfidal y Motivan— que le había recetado a él un psiquiatra con anterioridad para cumplir su propósito: «Disolví las pastillas machacadas en agua con azúcar y se las di para que bebieran. Antes de poner los cuerpos en el fuego comprobé que no respiraban, estaban ya muertos. No se enteraron de lo que iba a pasar. Confiaron en mí. No hubo miedo ni dolor ni ningún tipo de sufrimiento».
Para la segunda parte del terrorífico plan, también lo tenía todo pensado. Durante el juicio, celebrado en la Audiencia Provincial de Córdoba y donde finalmente fue condenado el 22 de julio de 2013 a 40 años de cárcel —que se rebajaron a un máximo de 25 en 2015—, quedó acreditado con pruebas que recopiló leña en la finca donde mataría a Ruth y José. El mismo día de la falsa desaparición de los pequeños, adquirió combustible en una gasolinera de Huelva, donde había recogido a los pequeños para llevárselos de fin de semana. Llegó a juntar 270 litros.
«Tenía los medicamentos y tenía la leña en la finca, solo tuve que comprar el gasóleo», precisa al respecto en el libro El odio: «La mañana del día ocho fui a despertarlos, pero cuando llegué a la cama mi hijo José ya estaba despierto y me echó los brazos para que lo cogiera. Al hacerlo pensé: «Vaya tela que sea hoy el último día que te vea, pero no puedo soportar la idea de que pases momentos allí».
¿Una venganza hacia su exmujer?
Hasta en dos ocasiones le pregunta el escritor Luisgé Martín a Bretón en su cita en la cárcel si cometió el crimen por «venganza». «Si quieres llamarlo venganza, puedo reconocerlo —aceptó mansamente—. Pero yo no tenía el sentimiento de venganza, creía que estaba protegiendo a mis hijos de un futuro terrible», se refiere a la posibilidad de que Ruth y José se criasen con su familia materna.
Cuando José Bretón vio a sus hijos en el fuego, solo ahí, pareció arrepentirse: «Allí mismo, al pie de la hoguera, en cuanto los cuerpos empezaron a arder me dije: ¡Pero qué has hecho! ¡Qué has hecho! Ojalá hubiera podido dar marcha atrás en ese momento. Pero ya no había remedio».
El perfil psicológico del asesino también fue objeto de análisis para dar forma al caso. Su psiquiatra le diagnóstico un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), y sus compañeros militares de la Brigada Mecanizada X, con los que viajó a Bosnia-Herzegovina, lo definieron como un «ser enigmático». La ansiedad, el pesimismo, la hipocondría y una agresividad «contra todos los enemigos» salieron a la luz en sala judicial, así como un intento de suicidio cuando su expareja rompió con él. El caso, que tuvo una gran cobertura mediática, dio pie a la publicación de estudios de todo tipo sobre Bretón, entre ellos uno que le atribuye un coeficiente intelectual de 121, bastante mayor al promedio.
«He tenido que perdonarme, porque si no no podría seguir viviendo, pero nadie más puede hacerlo. Si hubiera sido al revés, si Ruth hubiera matado a nuestros hijos, yo la habría perdonado, porque es un sentimiento que me sale con naturalidad. Pero entiendo que ella no me perdone jamás y que me desee todo el mal del mundo. Me lo he ganado con creces», concluye desde prisión José Bretón.