Dana Moisa: «Con 18 años vine directamente para Viveiro para trabajar un verano y al final son 16 años. Mi sitio está aquí»

A MARIÑA

Regenta El Café de Dana, uno de los locales de hostelería más conocidos y entrañables de la calle Pastor Díaz
13 mar 2025 . Actualizado a las 18:41 h.A Andrea Daniela Moisa (Rumanía, 1991) la conocemos como Dana porque así se presentó cuando llegó a la comarca A Mariña: «Pensaba que la gente entendería más fácil Dana que Andrea o Daniela y entonces yo no sabía que eran nombres comunes aquí». «Como ya me conocen por Dana, pues Dana», concluye después de estar viviendo en Viveiro desde hace 16 años ya. Nació en Petrosani, a 319 kilómetros de Bucarest. Al año y medio, su familia se mudó a una zona de montaña, a Brasov, situada al sureste de Transilvania. «En la época de mi madre, en su colegio se solía estudiar el ruso pero el país no tiene mucha influencia rusa», me aclara al preguntarle por los nombres de esas localidades. Ella dejó Rumanía nada más alcanzar la mayoría de edad: «Con 18 años ya me vine directamente para Viveiro. Vine por mi pareja, que era rumano. Vinimos juntos y tenía una hermana aquí. ¿Qué podían decir mis padres? ¡Yo ya era mayor! Cambiaron mucho las cosas. Antes la gente se buscaba más la vida y allí era más normal que te independizaras con 18 años que con 30. Además, yo nunca tuve miedos de nada. Aunque mi pensamiento inicial era venirme solo para trabajar un verano, y poder ganar dinero para después ir y pagarme la universidad, al final 'mi verano' fueron 16 años».
«Cuando llegas y aún no sabes bien el idioma o aún no conoces bien la cultura hostelería y limpieza son una buena forma de empezar a trabajar, hasta que eres un poco más libre»
La salida laboral que encontró más inmediata fue la hostelería: «Para las mujeres suele ser mucho hostelería o limpieza». Aunque en el fondo se trata de estereotipos anclados en la sociedad, entiende que «por un lado, cuando llegas aún no sabes el idioma y es complicado empezar en otra cosa sin saber el idioma o la cultura. Desde mi punto de vista, es un buen sitio para empezar a trabajar». Es decir, lo ve como un puente para «crecer y entender, que fue justo lo que hice yo porque empecé en hostelería pero cuando ya dominaba el idioma me puse a estudiar aquí el Ciclo Superior de Administrativo para cambiar de empleo y saqué el carné de conducir. Es una buena forma de empezar, tengas la formación que tengas, hasta que eres un poco más libre».
«Me sentía identificada con la forma de ser y de vivir de los españoles, abiertos, sociables»
Dana Moisa subraya que lo que le gustó de España fue la cultura y la forma de vida: «Me sentía identificada con la forma de ser y de vivir de los españoles, abiertos, sociables, que te ayudan. Siempre me sentí más adaptada aquí que allá. Para mí, mi sitio es aquí. Muchas veces, cuando era niña, me sentía en Rumanía como un 'bicho raro', como que no encajaba en la forma de pensar y la forma de hacer». «Ahora para mí, mi casa ya es aquí y mi vida ya es aquí. Prácticamente, yo me desarrollé aquí. Allí me queda mi padre, Ion. Mi madre, Claudia Camelia, vive en Italia. ¡Somos internacionales!», apunta.
Sus rincones y platos favoritos en Rumanía y en A Mariña
En el pueblo donde nació está el rincón favorito de su niñez pero afirma que hoy no se parece en nada al que conoció décadas atrás. Cita la fortaleza Cetatea Feldioara: «En cuyas ruinas solíamos jugar mucho pero la han reformado e hicieron un tipo museo. Entonces, ya no hay nada de lo que había, se perdió». En la comarca mariñana no menciona ninguno en particular, más bien una actividad que le gusta practicar: «Perderme por rutas en el monte». Sin pensar ni en el jabalí ni en el lobo. «Ya dije que no tengo miedo», ríe. De la gastronomía rumana evoca un plato tradicional que comparte con la turca, el sarmale, rollitos de carne envueltos en hoja de col o de parra, según la estación, así como un caldo de tripas que lleva leche y huevo «y hay que evitar que se corte, pero es flipante», agrega. De la cocina mariñana, señala que le encantó todo en cuanto la probó, aunque reconoce que le costó adaptarse al pulpo, pero «ahora me encanta», dice. Después de tantos años viviendo en Viveiro observa que «ya mucha gente me asocia más a española que a rumana. Pero por mi acento, que no logran identificar, me asocian más al sur de España. Yo creo que no pierdes nunca tu acento propio pero sí que se te pegan los acentos de los sitios donde estás. Yo tengo una mezcla de rumano galleguizado aunque voy a las Canarias o al sur y dice todo el mundo que vengo de Galicia. Quiero decir que sí que se me pegó el acento gallego».

«Personalmente, siempre me sentí muy acogida aquí»
«Conozco historias de rumanos que vinieron a España y vivieron malas experiencias y dijeron que nunca más iban a volver, también dependiendo de la zona en la que estás. Yo, personalmente, siempre me sentí muy acogida. Claro, en Viveiro es el único sitio donde viví en España, aunque sí he viajado por el país», manifiesta Dana. Hay que incidir en que no se debe estereotipar en función del origen de la persona y en que, en numerosas ocasiones, se percibe un profundo desconocimiento sobre otros países, especialmente aquellos que nunca se han pisado. Viajar es la mejor forma de abrir la mente y ser más tolerante con otras culturas. En la tierra de Dana se celebran fiestas como Pascua y Navidad pero también cada primero de diciembre el Día de Rumanía, con celebraciones especiales en el país.

El Café de Dana, al que aún algunos llaman «O Cafetín», fue regentado durante mucho tiempo por María Díaz antes que Dana Moisa, y es uno de los lugares especiales en la ciudad del Landro para disfrutar cómoda y familiarmente de un buen café, a la hora de desayunar, merendar o en cualquier momento del día. Siempre es un merecido descanso, así como agradable saludar a Dana y conversar con ella, sobre su país o asuntos de actualidad, con el periódico delante, en el que ella ahora se convierte por casualidades de la vida en protagonista de la sección Destino A Mariña.