Cuando Argentina decretó el control de los emigrantes gallegos

A MARIÑA

cecilia valdez

18 abr 2025 . Actualizado a las 10:02 h.

A todos nos ha sucedido. Llegar a una capital europea y encontrarnos con algún trabajador cuyo acento le delata como paisano nuestro. La nostalgia que se vive en los Centros Gallegos esparcidos por esos mundos de Dios. Una llamada a nuestras puertas con la sorpresa de un viajero que nos demuestra pertenecer a nuestra familia con hogar en Las Américas. Si nos entretenemos en reconstruir nuestro árbol genealógico a buen seguro que una parte de tal se encuentra en República Argentina, Uruguay, Venezuela, Cuba. Galaicos, Canarios, Astures, fueron indianos. Extremeños, Andaluces y Castellanos fueron usuarios de aquellos trenes con hermosas máquinas a vapor que tardaban la intemerata en llevar para la industria vasca o catalana a españoles de la España campesina en la que los ahorros de tales la oprobiosa invirtió para desarrollar las fábricas del textil o del acero. De forma grosera les llamaron charnegos y maketos.

En 1932 la Diputación Provincial de Pontevedra denuncia la crisis que sufre el forestal galaico. Grandes extensiones- 50.000.000 las hectáreas de superficie- son tierras abandonadas, despobladas de arbolado o con cultivos inadecuados o absurdos, al mismo tiempo debiendo importar maderas para construcción, embalaje, postes, traviesas, rollizo y pasta para cartonaje y papel. La Institución Provincial lo señala como causa de pobreza que fomenta la emigración.

Ese mismo año y muy relacionado con lo que antecede, desde República Argentina su Ministerio de Estado a través de la Inspección General de Emigración dicta un DECRETO para controlar la llegada de emigrantes gallegos en los siguientes términos: los Agentes Consulares y la Dirección de Inmigración se abstendrán de visar documentos y expedir permisos de desembarco a quienes no puedan acreditar tener asignado en La Argentina un destino, empleo, ocupación para asegurar la subsistencia. Tales condiciones se hace extensibles a los familiares de los extranjeros radicados en la República. Se rechazará a quienes hayan sufrido condena criminal o ejercido la mendicidad. Así mismo se exige certificación sanitaria para el control epidemiológico de enfermedades infecto contagiosas.

Se le dedica una especial atención a los aspirantes que procedan del medio rural y agrícola. Deberán así mismo mostrar el contrato de trabajo. En estas fechas España era una Nación con un reparto muy desigual de la riqueza, desarrollo y oferta de empleo. Más adelante se darían dos sumandos más. La capacidad industrial en: Madrid, Asturias, Cataluña, y Vascongadas, la demanda para mano de obra con baja cualificación en la Europa del acero, esto último se convierte en fuente de ingresos por divisas ahorradas en Francia, Alemania, Suiza y Bélgica. Alguien pontifica que nuestros ancestros se mataron a trabajar para poder vivir con dignidad. Cierto. Pero no solo los gallegos: castellanos, andaluces, extremeños, precisamente por las desigualdades y desequilibrios en el Territorio Nacional; pero no solo se lucha denunciando tales políticas insolidarias, también con el fomento del talento universitario y emprendedor, como fue, en esto último, el caso de Isaac Díaz Pardo y Luís Seoane con Sargadelos en La Mariña.

Y en cualquier caso, la emigración es un fenómeno demográfico que debe paliarse con alternativas laborales en el país de origen o en la comarca natal, pero ello requiere de formación integral para el mercado de trabajo, creación y apoyo a las pequeñas empresas de autónomos, defensa de nuestros caladeros de riqueza para que sean nichos de empleo estable y autonomía con suficiencia para atraer inversiones que desarrollen economía social- la que además de repartir dividendos, crea empleo. (En la imagen, el Centro Gallego de Buenos Aires).