Cuando al acabar el día ya tienes camino avanzado para examinarte de inglés
A MARIÑA
La rutina, hoy en día, es de lo más cool (genial). Nada que ver con aquellos tiempos en que te levantabas, tomabas un café y andando, con suerte llegando bien a la happy hour (la 'hora feliz' tomando algo en un local) al final de la jornada. Hoy el café ya no es solo un café. Es mucho más. Eso sí, con tanta variedad de nombres italianos que es mejor quedarse con el eurovisivo espresso macchiato y el baile estrambótico de Tommy Cash) y un brunch. Son las 11.00 y el body (cuerpo) pide esa propuesta matinal a medio camino entre desayuno y almuerzo. Un mix (mezcla) dulce y salado. Pero antes habré sido fiel, seguramente, mi clase en el gym (gimnasio) para cumplir como buena crossfitera (quien practica una combinación de varios ejercicios de alta intensidad). Unos cuantos burpees, (sentadilla, plancha, flexión y salto vertical), press de pecho (levantar peso en un banco), un ratito con las kettlebells (pesas rusas), varios push-ups (flexiones) y unos cuantos jumping jacks (saltos con las piernas y brazos abiertos). Igual que cuando en yoga había que aprenderse los nombres de las asanas (posturas) en sánscrito.
El tiempo apremia porque me espera un meeting via Zoom. Lo que antes llamábamos simplemente reunión, solo que ahora suena como más «profesional». En un receso aprovecho para comprar entradas online (por Internet) y me encuentro con el cartel sold out (agotadas), así que el plan de sábado y domingo lo cambiaré por el shooping weend de mi localidad y las fiestas de un núcleo rural mariñano en cuyo cartel leo free pass (entrada libre). Antes de acudir a una masterclass (clase magistral) por la tarde, al mediodía paso por una tienda de cosmética porque se me ha acabado la crema hidratante. El folleto explicativo viene íntegramente explicado en español salvo cuando habla de efecto glow... Y me quedo pensando: ¿qué efecto será ese? Se me asemeja al wow que ha evolucionado al wow de wow que escribimos ya por redes sociales igual que el LOL (reírse a carcajadas) y el OMG (¡Oh Dios mío!).
Casi ya es hora del tardeo (de momento, no le han puesto nombre anglosajón) y me invitan a un showcooking que viene a ser cocina en vivo o demostración culinaria pero antes de llegar al lugar, me encuentro «101 truquitos para speak english de una vez por todas» en un banco del parque, buscando nuevo dueño. Es una iniciativa de bookcrossing o intercambio de libros en espacios públicos. «Quizás me sea útil», reflexiono mientras recuerdo que se me ha pasado aportar 10 euros al crowdfunding o campaña de financiación colectiva para la grabación de un cortometraje aunque ya me hicieron spoiler, es decir, ya me sé cómo acaba la trama.
Llegaré a la cama después de una jornada intensa y me acurrucaré con la tele encendida. No sé si prefiero un talent show (certamen de talentos), un reality show (programa de telerealidad) o la versión celebrity (con famosos) de un concurso que siempre emiten en prime time (hora de máxima audiencia). Se oye música en el exterior. Quizás sea una de tantas fest (fiestas) que hay en el verano de A Mariña, sin perder el uso, por favor, de «festa rachada» y recordando tantas estivales en las que te encontrabas con tu crush (persona que te gusta). Me hubiera gustado ir a la warm up session (sesión de apertura de puertas) del concierto de Jennifer López en Pontevedrfa, pero no pudo ser. Al final la vida se resume a aquel Don't worry, be happy (no te preocupes, sé feliz) que cantaba Bobby MacFerrin. Y, quien sabe, quizás ya en 24 horas puedas examinarte del C1 de inglés.