Transitamos por una era de tinieblas. Hace tiempo que el pesimismo se apoderó de nuestra existencia y engendró la sensación colectiva de que todo se desmorona. Que la cosa no tiene solución y que los gamberros y sus colegas conseguidores han mutado en los auténticos dueños del sistema. No negaré que la cosa está fastidiada, y que un 26 % de paro es insoportable para un país que hace un par de días, como quien dice, propalaba todo ufano que su economía era ya más potente que la de Italia y que la de Francia andaba ahí, ahí... Que jugábamos en la Champions, vamos.
Tonterías al margen, es evidente que la crisis ha desnudado con descarnada crueldad nuestras miserias y que existen incontables ejemplos para regodearnos en ellas. Podemos detenernos aquí, abstraernos mirando a este cubo de la basura y engordar ese clima de desilusión que nos sacude. O podemos negarnos a ello. Y reparar en esa otra parte de la sociedad que ha seguido peleando. Que ha edificado sin hacer demasiado ruido un proyecto de futuro, casi siempre sin ayuda, apoyado en pilares como el conocimiento, la calidad, la ilusión, la implicación...
Orgullo íntimo
O Salnés es un contenedor de estos ejemplos. De empresas y sectores que en su momento le pusieron proa a la tormenta y que han logrado salir airosas porque aquí, aunque en ocasiones nos cueste admitirlo por esa maldita tendencia cainita, también sabemos hacer bien las cosas. El sector del vino se ha convertido en la punta de lanza de la comarca porque un buen día, hace ya muchos años, entendió que su futuro estaba lejos de estas tierras. Viajar hoy a cualquier país del mundo y encontrar una botella de Rías Baixas en un súper me produce una sensación de orgullo íntimo.
Pero no son los únicos. En estas páginas pueden encontrar ustedes ejemplos de empresas que, con un trabajo sordo y demasiadas veces ignorado, compiten sin rubor en cualquier mercado. Que si ropa de aguas para medio planeta, que si un hospitality para Kawasaki, que si unas croquetas para la pérfida Albión... Industrias cuya labor no debe caer en el terreno del anonimato. Por lo que han conseguido, sin duda. Pero también por lo que nos pueden ayudar a levantar el ánimo.