
El Clube Mariño Salnés botó ayer la "Julicheira" y "A muller de balboas"
29 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Una de las sensaciones más extraordinarias que se pueden disfrutar por estos lares es la de navegar a vela. En medio de la ría, normalmente con un mar más que amable, sin ruidos y, muchas veces, con la compañía de los arroaces, que aparecen para romper la monotonía del paisaje. Una monotonía preciosa, por otro lado. Envidiable para tantos que no la pueden gozar. Los delfines son unos cachondos, que parece que te miran cada vez que pegan uno de esos saltos. Te miran y te retan, como diciendo, vaya mierda de velocidad llevas, ¿no eres capaz de navegar más rápido?
Hay infinidad de vídeos con delfines pasándoselo en grande en nuestras aguas. Juan Fajardo colgó hace unos días uno en su muro de Facebook de los bichos atrapando pescados en la playa Compostela, prácticamente en la orilla. Y el miércoles publicamos uno espectacular en el de la edición de Arousa de La Voz. Ese nos lo hicieron llegar desde el Clube Mariño Salnés de embarcaciones tradicionales. Lo hicieron en la víspera de una jornada especial, porque ayer, por fin, pudieron botar sus dos dornas al mar. Son la «Julicheira» y la «A muller de balboas». Dos joyas que cuidan con amor y que, este año, han tardado más de lo debido en volver a su medio natural por este coronavirus que tanto nos ha trastocado. «Xa tiñamos gañas», dice Bea Laya, que es la presidenta de este club desde hace tres años.
Ayer comenzaron su particular desescalada. Estarán unos días en el agua para que hinche la madera antes de que puedan ser utilizadas. «A muller de Balboas» la encontraron los del Club Mariño Salnés hace casi veinte años en O Grove y la salvaron del desguace para que hiciera pareja con la «Julicheira», que fue construida en un astillero de Poio. Ambas están desde entonces a disposición del medio centenar de socios de la entidad cambadesa, alguno de ellos llegado desde Alemania para navegar en esas preciosidades. «Non é difícil, é cuestión de práctica», dice Bea Laya sobre las habilidades que hay que tener para manejar una de esas embarcaciones. Quien quiera probar puede ponerse en contacto con el club a través de su muro de Facebook. Habrá que limitar la tripulación por la amenaza del covid-19, pero, con alguien con sabiduría marinera al lado, puede convertirse el bautismo dorneiro en algo inolvidable.