Con lo que no se gastó el 16 de agosto hubiese bastado para tres celebraciones como las del 2016 con mangueras
21 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Habrá que ver cómo evolucionan los patrones meteorológicos. De momento, estudios exhaustivos como el que el antiguo Ministerio de Medio Ambiente encargó en el 2005, en tiempos de Zapatero, para evaluar el impacto del cambio climático en España, indican alteraciones drásticas en cuanto a la lluvia. El equipo de científicos que lo firmó apuntaba que el volumen anual de precipitaciones podría no variar demasiado en Galicia. Lo que sí lo haría sería su distribución a lo largo de los doce meses. Probablemente lloverá mucho y de manera muy brusca desde el otoño hasta febrero o marzo. Entre el inicio de la primavera y septiembre, en cambio, ni una gota.
Esta serie de pronósticos apuntan a las tres o cuatro últimas décadas del siglo, si cuanto antes no se adoptan medias drásticas, y se acompañan de incrementos medios de la temperatura que en las Rías Baixas podrían alcanzar los 4,5 grados centígrados. Obviamente, en un contexto como este, la Festa da Auga no sería más que una gota en un estanque tirando a seco. Esta reflexión, en cualquier caso, viene a cuento de que las previsiones no auguran, ni mucho menos, un retorno a los veranos lluviosos. Así que el modelo que se ha experimentado este año, prescindiendo de las mangueras en busca de un consumo moderado, parece haber venido para quedarse.
Que se puede alimentar la zona húmeda sin caer en el derroche lo demuestra el hecho de que este martes, con los 914.000 litros que se ahorraron con respecto al día anterior, se habrían podido celebrar cualquiera de las fiestas que tuvieron lugar desde el 2015 en adelante. Es más, el volumen de agua que no se gastó prácticamente duplica los 513.000 litros que se emplearon en la fiesta el 16 de agosto del 2019 y multiplica por tres los del 2016.