Los comerciantes de Vilagarcía ante los robos: «Tienen que hacer algo»

r. estévez / S. gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

La policía detuvo dos veces a los sospechosos, que quedaron libres tras pasar por el juzgado

01 feb 2023 . Actualizado a las 19:59 h.

«¿Y yo qué sé si esta noche no me va a tocar a mí?», se preguntaba en voz alta una de las comerciantes que ayer, al filo de las once, se había escapado unos minutos de su tienda para acudir a mostrar su solidaridad con las responsables de la papelería Arines. Este establecimiento, un clásico del comercio de Vilagarcía, se incorporó en algún momento de la madrugada del martes a la lista de locales asaltados por los ladrones. La forma de actuar de estos no es, en absoluto, refinada: rompen las cristaleras, entran en el local y arramplan con lo que consideran que les va a dar más beneficio. En este caso, se llevaron dinero en metálico, entre 300 y 400 euros que se guardaban en monedas pequeñas. «Ahora los bancos cobran por ingresar el cambio y por eso esperamos para llevarlo», explica una de las propietarias del negocio. Ese dinero en monedas pesa lo suyo, y «no podemos andar con ese peso todos los días, yendo y viniendo», señalan en la tienda con un deje de resignación en la voz. Es posible que los ladrones se llevasen también algo de material, pero el comercio estaba en pleno proceso de cambio de escaparates y estanterías y de momento no han podido comprobar ese extremo.

«Lo malo del robo no es lo que se hayan llevado, que también importa, claro. Ni los destrozos, aunque son un incordio. Lo peor es el mal cuerpo que se te queda. Estás aquí, intentando defender tu negocio... Y pasa esto», dicen desde el comercio. En todo caso, la mujer que está al frente de Arines se felicita por que el robo se haya producido durante la noche. «Al menos no estaba yo aquí», señala con cierto alivio. La papelería ya había sufrido un asalto hace diez años, cuando los ladrones entraron en el local rompiendo otro cristal y se llevaron una buena cantidad de dinero en metálico.

El comercio está ubicado en la calle Gumersindo Nartallo, una vía en la que la actividad comercial ha ido languideciendo hasta ahora. Es, por tanto, una calle con no demasiada actividad, en la que «a partir de las ocho de la tarde no hay nadie» y en la que las personas que atienden los negocios no tienen fácil tejer una red de seguridad informal como la que tienen sus compañeras de otros puntos de la ciudad.

Pero en ningún punto del casco urbano vilagarciano están tranquilos quienes tienen comercios: hace semanas que un grupo se dedica a asaltar este tipo de establecimientos al amparo de la noche. Parece liderarlo una mujer, que cuenta con el apoyo de dos varones. Sus manos parecen estar detrás de los asaltos registrados en tiendas como el comercio de estética natural Yves Rocher, en la gasolinera de San Roque, o en una tienda de piensos situada en Avenida de Cambados, en la entrada del barrio de O Piñeiriño.

Zona Aberta vuelve a reclamar más presencia policial en las calles 

La presidenta de Zona Aberta, Rocío Louzán, comprende perfectamente la incertidumbre que acompaña a los comerciantes de la ciudad. «No se puede vivir con esta inquietud todos los días, a todas las horas», señala. «Hacía tiempo que no estamos en una situación tan mala como ahora», asegura. Por eso, es rotunda: «Tienen que hacer algo». Ese «tienen» se refiere, sobre todo, a los cuerpos de seguridad. Y es que la asociación tiene claro que hace falta que los agentes estén presentes en las calles. «Porque ahora no se ven», dice Louzán.

«No se puede estar así, todos los días con una rotura de un cristal, un asalto, un robo y una violencia que parece que crece...», señala. Considera que además de poner coto a los ladrones hay que controlar «a quienes les venden la mercancía». «Está bien la campaña contra el trapicheo, pero en este momento a lo mejor este asunto de los robos debería ser prioritario», razona. Entiende que tal vez exista un problema de efectivos, pero si es así «que nos lo digan para que, dentro de nuestras posibilidades podamos salir a la calle a reclamarlos. Porque lo que está claro es que policías patrullando no hay, multando aún se ven».

Aunque asociaciones de este tipo acostumbran a ser frecuentes, que Vilagarcía esté padeciendo un encadenamiento de asaltos a establecimientos comerciales no quiere decir que las fuerzas de seguridad no estén haciendo su trabajo. De hecho, el Cuerpo Nacional de Policía detuvo en las últimas semanas a los tres sospechosos de estar detrás de la oleada de robos. Es más, lo hizo hasta en dos ocasiones. Sucede que el seguimiento judicial de esta clase de procesos no es tan sencillo como pudiera parecer. Por alarmantes y dañinos que resulten, los saqueos de esta índole tienen una dimensión limitada. Así que no es extraño que sus presuntos autores sean arrestados y conducidos al juzgado para, a continuación, quedar en libertad hasta el momento en el que sean sometidos a la vista correspondiente. Las cosas, en este ámbito, van despacio, y es más que habitual que sus presuntos autores ingresen en prisión solo cuando acumulan varias condenas.

Algo así es lo que parece estar sucediendo en el caso de la mujer y los dos hombres a los que se atribuyen la mayoría de las sustracciones que se están cometiendo en Vilagarcía. En las dos ocasiones en las que fueron detenidos, los tres regresaron a la calle poco después. Más allá de este fenómeno, los últimos datos facilitados por el Ministerio de Interior indican que la capital arousana se encuentra entre las diez ciudades de Galicia en las que menos creció la criminalidad en los nueve primerios meses del año pasado. Hasta entonces se habían registrado 42 robos con fuerza en domicilios, establecimientos y otras instalaciones. La mitad que en Carballo, por establecer una comparación.