Experiencia Alobre: Una ruta con la energía necesaria para hacer levitar los «penedos» de O Montiño

Rosa Estévez
r. estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Mónica Irago

El programa de la romería urbana Folk no Alobre incluyó un apasionante recorrido por las calles de Vilagarcía, por su historia y por sus leyendas

28 ago 2023 . Actualizado a las 20:37 h.

Decía el cuento que hubo una vez un flautista que tocaba tan bien, que allá donde iba la gente dejaba lo que estaba haciendo para seguirlo. Este domingo por la mañana descubrimos que la gaita, el bombo y el tambor de Os Demos da Petaca son capaces de hacer realidad aquella historia y convertir Vilagarcía en su Hamelín particular. Estos músicos encabezaban la marcha de un grupo de personas que, convocadas por Folk no Alobre, decidieron recorrer la ciudad antes de dirigirse al parque de O Castriño. Pararon en A Independencia, en la plaza de España y en Vista Alegre antes de llegar a su destino. En todos estos rincones, Luis Ángel Gómez, de la empresa Corticata, ofrecía unas pinceladas de la historia local, que Xurxo Souto se encargaba de lanzar hacia el universo con el sonido de una caracola.

La música, los bailes improvisados, la amena lección de historia y la magnética forma de narrar de Souto no pasaron desapercibidas. En cada parada, muchos transeúntes se unían al ritual: conocían los secretos de Vilagarcía, cantaban la Foliada de Carrilsi vas a Carril, ao mesmo chegar...—, y se daban impulso al grito de «Experiencia Alobre», que así fue como bautizó Souto la ruta. Luego, cuando el grupo se ponía en marcha, los ojeadores dudaban. ¿Podían sumarse? Algunos se quedaban atrás, ignorando que la actividad estaba abierta a toda aquella persona que quisiese vivirla. Otros siguieron a Os Demos da Petanca con el mismo entusiasmo que los niños seguían al flautista de Hamelín.

Lo cierto es que parecía que la magia envolvía al grupo. En A Independencia los chorros de la fuente se accionaron cuando llegó la hora de cantar, como si la plaza también quisiese hacerlo. Y a Vista Alegre el bullicioso grupo llegó cuando acababa una misa, lo que permitió incorporar nuevos oyentes a la increíble historia del nacimiento de Vilagarcía y al emocionante momento en el que Souto, ejerciendo como chamán, enseñó cómo escuchar la música de los muros bien construidos en piedra. Es la música de los canteros, una música de cooperación y de trabajo que sirve para compartir ánimos y esfuerzo.

Tras entrar en el recinto de O Castriño, el grupo se dirigió en primer lugar hacia el balcón que se abre hacia el mar. Un espacio con una hermosa vista, y eso que la zona industrial del puerto se come buena parte del horizonte. Pero allí está Cortegada para compensar. Y desde allí volvieron a cantarle a la isla los seguidores de Os Demos da Petaca y Xurxo Souto. Luego hubo parada y salto en el tiempo hacia el pasado más remoto de la ciudad para conocer a quienes habitaron en el castro. Y llegó, por fin, la hora del «ritual das pedras do Alobre», de los «cons de San Cristóbal». Dicen quienes lo han visto que si se dicen las palabras adecuadas y los Demos da Petanca tienen un ben día, las rocas se elevan en el aire.