El festival ha agotado los abonos y las entradas del sábado; solo hay papel para el viernes
08 sep 2023 . Actualizado a las 18:20 h.Bien, pues Revenidas ya está aquí. El gran revulsivo que toma Vilaxoán cuando el verano inicia su declive hacia el otoño llena el entorno del parque de Dona Concha y las callejuelas del centro de gentes dispuestas a darlo todo sin dormir demasiado. De acuerdo, será complicado aparcar durante todo el fin de semana. Pero benditas dificultades frente a la imagen de una villa llena de ganas y vida que proporciona el festival y, por desgracia, es cada vez menos frecuente. Esto, por supuesto, es cuestión de gustos, pero la edición de este año firma un cartel tan poderoso que, por lo pronto, solo quedan entradas para el viernes. Los abonos se agotaron hace días y para el sábado tampoco hay papel.
En lo musical, desde luego, no cabe el desperdicio. La música comenzó a sonar ayer, a eso de las seis y media de la tarde, después del recorrido cultural que dirigió Xurxo Souto, un fijo en las historias de Vilaxoán, al sur de Vilagarcía. El escenario Mahou, el de dimensiones más modestas, recibía a Hydn. A la coruñesa Sandra Guedev le tocaba el complicado reto de prender la mecha del festival cuando el sol ni siquiera amagaba con echarse a dormir y el personal remoloneaba todavía en los bares del entorno del recinto. Dos personas para llenar las tablas con una propuesta que se desliza entre la suavidad de su voz y un ritmo que siempre acaba haciendo que los pies se muevan. Una invitación electrónica a bailar que, cuando Revenidas estuviese más rodado, probablemente hubiese hecho botar a todo el mundo. Pese a la compleja papeleta que tenían por delante, lo hicieron bien, con enorme dignidad y un punto de fiesta que alcanzó su cénit en los compases finales de su actuación. Minutos después de descender del escenario, Hydn bailaba ya con la primera sesión de La Duendeneta, que a todo esto cumple diez años ligada al universo Revenidas.
Un lujo desde México
El relevo llegó a lo grande. Aunque no demasiado conocidos a esta orilla del gran charco, Panteón Rococó son una verdadera institución en México y el mundo latino. Tremendos músicos, once tipos sobre el escenario Galicia que se meriendan a cualquiera desde el primer acorde. Ska abierto a cualquier fusión si es para botar y firmar una hora larga de compromiso y fiesta. Dos guitarras, bajo, tres metales, teclado, batería, dos percusionistas más y voz. Una pequeña multitud que construye un muro sónico imbatible. Un lujo de gente que, además, supo aprovechar la noche del miércoles en Vilagarcía, dejándose caer por locales de referencia como O Miúdo.
Todavía quedan por delante platos fuertes como el rap emergente de la argentina Sara Hebe y, sobre todo, de Ana Tijoux, una de las grandes bazas de esta edición. O Desakato y su despedida de los escenarios. Los asturianos regresaron a Vilaxoán con su punk rock evolucionado en esta última gira que concluirá en noviembre. Y en la traca final, The Skarnivals, Arrythmia y Tremenda Jauría, además de La Duendeneta, encargada de conducir a las mesnadas hasta el final de fiesta. Nada mal para empezar.
Evaristo, la gran referencia del punk, regresa a Vilaxoán con Tropa do Carallo
La del viernes será una jornada de grandes referencias en Vilaxoán. Viejos conocidos del festival, como Zoo y su poderoso directo. Fillas de Casandra, una de las grandes revelaciones de la escena gallega con su cóctel de tradición y electrónica. Por supuesto Los Chikos del Maíz, padrinos del rap político y comprometido, y Rebeliom do Inframundo y su tremendo trabajo Amor ou Barbarie, que presentarán en directo. La poderosa electrónica en euskera de Zetak y la emergencia de Sheila Patricia, sintonizada en la línea que demuestra la versatilidad y la semilla de futuro que encierra el canto tradicional. Incluso las sesiones de La Duendeneta, que se encargarán, ya sabéis, de que el pH no decaiga.
Pero si hoy habrá un nombre propio sobre los escenarios de Revenidas, ese nombre es el de Evaristo Páramos y su Tropa do Carallo. Sofocados los ecos de La Polla y su multitudinaria gira de despedida, con Gatillazo, la banda con la que descargó en Vilaxoán en el 2019, en barbecho, Evaristo le da una vuelta a su visión del punk rock, abriendo la baraja sin cortarse y acomodando su voz a lo que hay, 63 tacos recién cumplidos. Y que duren.