Manolo Kabezabolo y The Eskarallas: muy, pero que muy punk en la sala Sónar
AROUSA
El legendario cantautor regresó a Galicia 29 años después de su primera incursión, acompañado por la avasalladora banda punkgalaica, que presentaba su primer disco
15 ene 2024 . Actualizado a las 20:41 h.«Barman, póngame un DYC, pa un White Label no me llega. Y ese disco de los RIP para menear la pierna». Hay otros muchos temas en la ya larga trayectoria de Manolo Kabezabolo sobre los escenarios. Pero ninguno como Póngame un DYC y su letra de hartazgo frente al paro y la molicie para hacer detonar un tremendo viaje en el tiempo. Desde la sala Sónar, el segundo viernes de enero del 2024, hasta la Compostela de 1995, cuando el único tipo que ha tenido los bemoles de autoproclamarse cantautor punk sin despeinarse presentó en Galicia su primer disco, Ya hera ora!, con un concierto en la extinta Factoría y un desenchufado en el también desaparecido Jarito, tocado con una guitarra española llegada desde Neda.
Pese a los 29 años transcurridos, el núcleo del asunto no ha cambiado demasiado desde que Manolo coció sus resacas en el piso superior del Bar Tolo. Quitando alguna que otra cana, nuestro hombre sigue a lo suyo. Se ha desprendido de Los k se van del bolo, la banda de la que se rodeó para dar continuidad a aquel trabajo fundacional, y con la que las cosas no han debido de acabar del todo bien. Al fin y al cabo, fue Kabezabolo quien rompió las costuras de la escena del momento para meter de lleno en ella su inquieta nariz iconoclasta. Y no le hizo falta más que una guitarra, una serie de acordes sencillos, ningún tipo de virtuosismo y una colección de canciones que arreaban a derecha e izquierda, al centro y para adentro.
Puro punk, que Manolo volvió a conjurar en la fría noche compostelana del viernes en una Sónar llena hasta la bandera. Sus seis cuerdas, sus compases variables, su voz elástica, que tan pronto acelera para meter a cañón las estrofas en su sitio, como se lo toma con toda la calma del mundo, y ni una palabra de más. El público lo agradeció, coreando verdaderos clásicos que ni siquiera necesitaron presentación.
Esto va de gustos, pero quien esté interesado en rebuscar entre su discografía debería machacar el legendario Ya hera ora! y dejarse ganar por sus corrosivas Aversiones, un impagable ejercicio de reescritura del que no se han librado ni el buen Perales ni el Dúo Dinámico, Nino Bravo o Zapato Veloz. Tampoco aquel anuncio ochentero en el que el limón Schweppes fusilaba sin cortarse el Every Breath You Take de los Police.
Lo que sí ha cambiado, para mucho mejor, es la compañía. Fueron The Eskarallas quienes abrieron para Kabezabolo y le dejaron la cosa a huevo con la furibunda presentación de su primer disco. Si Manolo representa algo así como la esencia del punk, que ni siquiera precisa una ejecución esmerada para hacerse valer, estos cinco fenómenos encarnan un salto de calidad estratosférico. No solo manejan sus instrumentos como les da la gana (voz incluida, ojo), es que son capaces de hacerlo sobre un escenario diminuto, sin parar de moverse y armando una bien tocha. Se nota que esta gente — Xavi y Gorka, Trilli, Santi y Julen— disfruta con lo que hace, y lo hace de coña. Mucha mala baba, humor vitriólico, un repaso de arriba a abajo a la estupidez por la que nos dejamos dominar, la actitud correcta, una máquina musical perfectamente engrasada, las cosas muy claras y un buen pogo. ¿Qué demonios puede salir mal?