Con Alonso Montero en el bar España

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

VITOR MEJUTO

Esta semana nos ha dejado Manolo el del España, que regentó el último café histórico de Vilagarcía

19 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Federico García Lorca conoció Galicia en octubre de 1916. Acababa de cumplir los 18 años en junio y visitó Santiago, A Coruña y Lugo con cinco colegas de la Universidad de Granada. Se trataba de un viaje de estudios y el profesor que los guiaba era el catedrático de Teoría de la Literatura y de las Artes Martín Domínguez Berrueta. Lorca quedó fascinado por Santiago de Compostela y se emocionó al admirar el Pórtico de la Gloria. Será dieciséis años después, en 1932, cuando Galicia irrumpa en la vida del poeta con intensidad. Ese año, realizó tres visitas a Galicia y en una de ellas, pasó por Vilagarcía.

En 1932, ya era un escritor consagrado y el 7 de mayo pronunció una conferencia en Santiago sobre el poeta Soto de Rojas. En verano, durante el mes de agosto, volvió a Galicia con su grupo de teatro La Barraca y fue entonces cuando actuó en la Praza do Castro vilagarciana. En 1982 y en esa misma plaza, asistí a una representación teatral de otra Barraca moderna, que venía recorriendo España para conmemorar el 50 aniversario de aquel agosto lorquiano del 32 y recaló en Vilagarcía de Arousa, siendo alcalde el socialista Xosé Recuna Villaverde y concelleiro de Cultura el entonces comunista Xosé Cora Mouriño.

Antes de que acabe 1932, en noviembre, el poeta granadino pronunciará en Lugo otra conferencia y escribirá su primer poema gallego: Madrigal á cidade de Santiago, que será publicado inmediatamente en la revista «Yunque». que dirigía Ánxel Fole. Federico García Lorca no volvió a Galicia nunca más, pero en 1935 publicó sus Seis poemas galegos, un hermoso poemario netamente lorquiano en el que tuvo como colaborador meramente lingüístico a Ernesto Guerra da Cal, que, en una carta a Eduardo Blanco-Amor, escrita en 1949, detallaba que su método de trabajo consistía en que Lorca escribía un verso en castellano y él lo traducía libremente al gallego, buscando palabras que le gustaran al poeta andaluz. Si no le complacían, le daba otra opción y Lorca, escribía Guerra en la carta, «elegía la que le salía de los cojones líricos».

En 1989, el profesor Xesús Alonso Montero propuso, en los cursos de doctorado de la Universidade de Santiago, uno sobre los «Seis poemas». Servidor estaba realizando esos cursos y tuve la suerte no solo de matricularme en el del profesor Alonso Montero, sino también de ser su único alumno, así que tuve el placer de tener a don Xesús en exclusiva.

Como era un curso entre dos, nos organizábamos de manera heterodoxa. Algunas clases las recibía en la Facultade de Filoloxía compostelana y otras, en Vilagarcía. Aprovechábamos que el profesor Alonso Montero viajaba de Santiago a Vigo para que hiciera escala en Arousa, sentarnos en un bar y charlar sobre el poeta granadino y sus poemas gallegos. Don Xesús hablaba, siempre sabio y ameno, y servidor tomaba notas, planteaba dudas y, entre café y café, comentábamos también la actualidad.

El lugar que escogíamos para aquellas citas inolvidables era el café España. Yo llegaba media hora antes para coger sitio en mi mesa favorita, la pegada a la pared del fondo y a la cristalera de marcos verdes. Si estaba ocupada, aguardaba en la barra charlando con Manuel Romero, el barman, y, en cuanto quedaba libre, me lanzaba a por ella como un poseso. Lo de charlar con Manuel Romero es una manera de hablar porque Manuel no era muy locuaz. Había que interpretar sus gestos para entenderlo, pero después de tantos años de cliente, traducía cada una de sus sonrisas a medias, cada una de sus miradas irónicas.

El España fue el primer bar al que entré en Vilagarcía. Fue un martes 1 de septiembre y quedé prendado. Bajé de un tren a las nueve, visité el que iba a ser mi primer lugar de trabajo, el Instituto de FP de Fontecarmoa, bajé a la villa, deambulé por sus calles buscando un café, descubrí el España y tomé posesión de la mesa del fondo, junto al ventanal. Allí me aposentaba las mañanas de los sábados a ver pasar a la gente camino del mercado, allí citaba a quienes entrevistaba para La Voz de Galicia cuando en 1986 empecé a colaborar con el periódico y allí me sentaba algunas tardes del invierno y la primavera de 1989 para hablar con Xesús Alonso Montero de Lorca y sus poemas.

Manuel Romero no hablaba mucho, pero acogía bien. Alonso Montero no paraba de hablar y también te hacía y te hace sentir a gusto. Aquel bar España se convertía en un microcosmos lírico y amable durante aquellas tardes. Pero todo tiene su fin. Primero acabó el curso de doctorado, que se sustanció en un trabajo titulado: «Lo específicamente gallego en los Seis poemas de García Lorca».

Después, en el año 2013, cerró el España. Ahora se ha ido Manuel Romero. En el España, que se llamaba American Bar en los años 20, cuando el mar llegaba a la Alameda, tomaban café Valle-Inclán, que llegaba desde Vilanova, el futbolista del Inter de Milán Luis Suárez, que venía en un Maserati, y Alonso Montero que yendo de Santiago a Vigo, hacía una parada en Vilagarcía, hablaba de Lorca y sus poemas galegos e intercambiaba sonrisas cargadas de sabiduría con Manolo el del España.