La Bolsa es, probablemente, el pub decano de la ciudad, o al menos el que más tiempo lleva abierto sin cambiar de manos. Rafa Barreiro está detrás de la barra desde su inauguración
26 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La década de los 90 del siglo pasado tenía en las galerías Gallego, al lado del río de O Con, uno de los centros neurálgicos de la movida nocturna vilagarciana. Allí abrieron muchos locales, tantos como para que incluso llegara a formarse una asociación. Uno de ellos era el Meiga, de los hermanos Avelino y Manuel Barreiro y en el que Rafa, el pequeño, comenzaba a hacer sus pinitos detrás de la barra. Corría el año 1996 y poco tiempo después, en el 2000, dieron el salto a un bar al abrir La Bolsa. «Al principio teníamos servicio de cafetería, y después nos centramos, simplemente, en lo que son las cañas y las copas», recuerda Rafa.
El formato, pese a todo, era mucho más tranquilo de lo que venían haciendo porque La Bolsa comenzó siendo un local de primera hora. Un local para gente ya entrada en la treintena que buscaba cierta tranquilidad salvo en determinadas fechas concretas en las que era imposible evitar el desbarre. Rafa trabajó desde el principio con sus hermanos y en el 2004 ellos lo dejaron y asumió él la dirección del local.
La Bolsa abrió con un concepto rompedor porque el precio de las consumiciones fluctuaba atendiendo a su demanda. Hubo unos años en los que abandonaron esa vía, pero ahora la ha retomado. «Uno de mis camareros, Pablo Galbán, insistió mucho en eso y ahora le dimos una vuelta de tuerca y hasta tenemos lo que llamamos un crac. En algún momento de la noche hay una caída de precios generalizada, suena la campana como si fuera la de la apertura de Wall Street, se ponen las pantallas en rojo y caen todos los precios incluso por debajo del mínimo estipulado. Son cinco minutos, por hacer un juego», explica Rafa.
Tantos años al pie de la barra dan para que ya tenga La Bolsa hasta una segunda o tercera generación de clientela. «No hay nada que más me guste que ver una cara que me suena y que sea el hijo o el sobrino de los que aún siguen viniendo, pero con menos frecuencia, claro», dice. En contra de lo que se puede pensar, sostiene Rafa que hay mucho veinteañero que está regresando a los bares. «La gente de entre 25 y 30 años no hace botellón. Antes de la pandemia los de esa edad llegaban a las dos porque venían de casa de alguien. Ahora se está recuperando lo que se hizo siempre en Vilagarcía: estar en un bar tomándote un quinto o un caña y tomar la primera copa ya también en ese bar. El formato del tardeo ya venía empujando, pero la pandemia lo aceleró. Hubo momentos en los que el camarero que hacía el turno de noche venía a las doce; ahora el camarero que hace el turno de noche viene a las nueve», explica.
Hablemos de la música. ¿Qué se puede escuchar en La Bolsa? «El formato con el que empezaron mis hermanos era con pop español. Luego, la cosas degeneraron un poco y apareció la música latina, pero la mala. Solemos ser respetuosos con la música. Hay días puntuales en los que nos volvemos un poco más gamberros, pero con humor. Ahora apostamos por el indie español sobre todo y un poquito de pop clásico y mucho de la música gallega: gente como The Rapants, Ortiga...», contesta.
Tantos años inmerso en ella hacen de Rafa un perfecto conocedor de la noche vilagarciana, que cree que atraviesa un buen momento. «Hay zonas para todo el mundo, con muchos ambientes y la gente rotando. La gente puede irse al Miudo a escuchar soul y después pueden venir aquí que saben que va a sonar Vetusta Morla», pone como ejemplo. Eso sí, a escuchar, porque tiene Rafa una teoría en la que es probable que le asista la razón: «En Vilagarcía somos más de hablar que de bailar», sostiene. «El culmen era el Loopys, donde a las nueve de la mañana no se bailaba. Yo tenía unos amigos de Málaga que venían todos los años y que no lo entendían. ‘¿Podéis parar de hablar ya, no hay un sitio para bailar?’, me decían».
Rafa Barreiro forma parte ahora de la junta directiva de Zona Aberta, una vez que la asociación de hosteleros se integró en la asociación. «Una de las cosas que salieron de esa fusión es la ampliación del horario de terrazas, la unificación del horario de terrazas de cara al verano. Y algo importantísimo, que llevamos demandando desde hacía muchos años, que es un calendario anual de cuándo son los eventos en los que tenemos más tiempo para trabajar. Ese calendario se puede redactar todos los años en noviembre porque esos eventos son fijos y este año lo tenemos gracias a la colaboración del Concello», afirma Rafa Barreiro.
Menos optimista es Rafa sobre el relevo. Ese impulso, esa ansia que tuvieron él y sus hermanos para abrir un local cuando eran muy jóvenes, no lo detecta en demasía. «Mejoraron muchísimo las condiciones, pero es un sector en el que trabajas cuando los demás descansan y vocacionalmente no veo mucho joven que quiera entrar en la hostelería cuando es algo precioso. Yo llevo veinticinco años porque me encanta», concluye.