
«Esto va de superación personal y de empoderamiento», dice
05 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Chipiona acoge este fin de semana la Copa de España Absoluta de powerlifting, la máxima competición nacional de esta disciplina que cada vez gana más adeptos en España. Entre los nombres que destacan en la categoría femenina está el de Sofía Martínez, una vilagarciana de 23 años, que compite en la categoría de menos de 57 kilos y que llega con el objetivo claro de dejar huella: «Mis expectativas están sobre todo en sentadilla y peso muerto. Sé que el nivel es muy alto, pero quiero dar lo mejor de mí», dice.
Sofía estudió durante seis años en Ourense, donde se formó como ingeniera aeroespacial. Acaba de terminar un máster en aeronáutica y ya ha encontrado trabajo en Portonovo. A pesar de su rutina laboral, ha conseguido hacerse un hueco en un deporte minoritario, exigente y muy poco visibilizado, sobre todo en el caso de las mujeres. «Empecé en el 2023, sin aspiraciones, solo por ir al gimnasio. Pero conocí a un entrenador de powerlifting y me introdujo en este mundo», recuerda. «A partir de ahí empecé a entrenar de forma más estructurada y a competir. Fue todo muy rápido», dice. Desde entonces, su progreso ha sido meteórico: en menos de un año ha participado en el Mundial y en el Europeo Universitario, además de cosechar buenos resultados en el Campeonato de España Júnior.
El powerlifting es una disciplina de fuerza que se basa en tres movimientos: sentadilla, press de banca y peso muerto. Cada atleta dispone de tres intentos por movimiento, y el resultado final se establece por la suma del mejor intento en cada uno de ellos. «También se otorgan premios individuales por movimiento y un absoluto que se calcula con los GL Points, que es la relación entre lo que levantas y tu peso corporal», explica Sofía.
Su plan ideal de competición para hoy incluye levantar 150 kg en sentadilla, 67 kg en banca y 190 kg en peso muerto, cifras que la colocarían entre las mejores. Pero el desafío empieza mucho antes del primer levantamiento: hay que dar el peso exacto. «Voy justísima. No hago nada drástico, pero tengo que controlar mucho la alimentación, beber menos y seguir una dieta baja en fibra para llegar bien», confiesa.
Sofía habla con naturalidad sobre lo que implica ser mujer en un entorno tan masculinizado. «Te cambia el cuerpo, claro. Y a veces cuesta lidiar con eso, tanto en el gimnasio como en casa. Que una chica esté fuerte choca, todavía no es lo habitual», dice. Aun así, defiende con fuerza los valores que ha encontrado en el powerlifting: «Es una herramienta de superación personal y de empoderamiento. Yo era muy vergonzosa, me daba apuro entrar sola a un gimnasio. Y mira ahora», afirma orgullosa. De hecho, cada vez más chicas se animan en Galicia a practicar este deporte. «Hace tres años éramos muy pocas. Ahora estamos viendo podios europeos y un crecimiento increíble tanto en chicos como en chicas», celebra. En su caso, entrena en el Gym Vital de Caldas de Reis, especializado en powerlifting. Allí ha encontrado material calibrado y un ambiente favorable para seguir mejorando. «No tengo entrenador personal, pero tengo compañeros que también compiten y eso ayuda mucho», explica.
Compaginar entrenamientos con un empleo a jornada completa en un sector tan exigente como la aeronáutica no es tarea fácil. «Me levanto pronto para ir a trabajar, llego a casa, como algo, duermo una siesta si puedo y luego a entrenar. Es un reto diario», admite. Aun así, mantiene el compromiso y la disciplina. «Me gusta mucho entrenar, soy muy constante. Y eso también es parte de lo que me ha enganchado a este deporte», apunta.
Autofinanciación
Como muchos otros deportistas de disciplinas minoritarias, Sofía se autofinancia todo: desde el coste de las competiciones hasta los desplazamientos. «A nivel nacional te lo pagas tú todo: inscripción, viajes, hoteles… Solo a partir de niveles muy altos, como europeos o mundiales, hay algo de subvención», explica. Los patrocinadores tampoco abundan. «De momento, nada. Quizás las dos o tres atletas más top de España consigan algo, pero no es habitual», apunta. Incluso llevar marcas en la ropa de competición puede traer problemas. «Hay un reglamento estricto, y recientemente hubo polémica porque no dejaron competir a alguien por llevar una camiseta con espónsor».
Pese a todo, Sofía no pierde la sonrisa ni las ganas. Ha llamado, con timidez, a puertas como la del Concello de Vilagarcía para buscar apoyo. «Mandé correos, pero me dio vergüenza llamar. Aunque si tú no te mueves, nadie va a venir a ofrecerte nada», reconoce.
Consciente del camino que está abriendo, Sofía valora cuando otras chicas se le acercan para pedirle consejo. «Entrar por primera vez en un gimnasio puede ser intimidante. Yo también me sentía como un corderito. Pero ahora, cuando alguien me habla y puedo ayudar, siento que vale la pena. Darle visibilidad a esto es parte del proceso», afirma.
Su entorno más cercano la apoya al 100%. «Mis colegas genial, y mi madre… está muy orgullosa, aunque no le guste», dice entre risas. «Al final, también se adaptan. Si estoy cerca de una competición y voy a cenar y ya he comido en casa, ya lo entienden. Sofía con sus cosas», bromea. La temporada no termina en Chipiona. Quedan otras citas importantes en el calendario nacional, y una competición internacional abierta en Finlandia, el Sun Western, para la que se clasificarán las atletas con mejor puntuación. «Me gustaría ir, pero claro, hay que pagarlo todo», recuerda. Aun así, Sofía no pierde la esperanza. Porque su historia es, ante todo, una historia de determinación, fuerza y ganas de romper moldes. «No me metí en esto por competir. Me metí porque quería ser mejor. Y ahora, aquí estoy, con un máster, un trabajo y a punto de competir entre las mejores de España. Eso es lo que de verdad me mueve», concluye.