Las mujeres y los jóvenes sirvieron como motor de una explosión de orgullo cigano y una llamada a la integración desde la capital arousana
09 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Algunos de ellos se llaman a sí mismos ciganos (un término ampliamente difundido en Portugal) y poseen una lengua, el romaní, y una cultura propias que asientan sus raíces en la península ibérica desde hace siglos. De hecho, hay un momento histórico en el que marcar un hito. Aseguran las crónicas que el 12 de enero de 1425, el rey Alfonso V de Aragón otorgó un salvoconducto a un grupo de nómadas identificados con su etnia que se dirigían a Castilla. Acaban de cumplirse, por lo tanto, seiscientos años desde aquel encuentro. Seiscientas buenas razones como para que desde aquel momento se hubiese desarrollado un genuino proceso de comunicación cultural. Sin dejarse llevar por la candidez, resulta obvio que la cultura gitana y la paya jamás han funcionado en igualdad de condiciones. Así que va siendo hora de que, bien avanzado ya el siglo XXI, una sociedad que aspira a superar las desigualdades, capaz de albergar a quienes huyen de territorios inhóspitos, comience a dialogar en serio con los que siempre han estado más cerca y tan lejos, el pueblo gitano.
Valga este largo prolegómeno para dar contexto a la celebración que ayer acogió el centro de Vilagarcía. El Día del Pueblo Gitano se conmemora en la capital arousana de forma explícita al menos desde el 2018. Que se siga haciendo pese a la irrupción de una dura pandemia se debe, en buena medida a la labor de las educadoras municipales Bea Lede y Laura Caeiro, así como de la concejala Tania García y de la coordinadora de Servizos Sociais, Iria Camba, que bailaron en la plaza de Galicia al son que marcaba la música y el cante ciganos. La jornada incluyó un photocall, una memorable sesión de rap cuyas letras golpeaban duro y a la encía, y un pequeño pasacalles hasta el río, donde todo concluyó con una ceremonia floral en recuerdo del éxodo del pueblo cigano desde su India originaria y del medio millón de víctimas que murieron a manos del nazismo.
El Concello de Vilagarcía despliega desde hace tiempo un programa de integración e inclusión social del que participan una treintena de familias. Teniendo en cuenta el tipo de evento del que se trataba, hubo una afluencia muy interesante, tanto de payos como de gitanos. El tiempo dirá si lo suficiente como para que tantas paredes construidas a base de prejuicios comiencen de una vez a resquebrajarse.

El motor de las mujeres. Tal vez más conscientes, desde luego más desinhibidas y activas, las mujeres protagonizaron en buena medida la celebración del Día del Pueblo Gitano. Quitando a Diego el joven rapero, que fue jaleado por sus colegas payos, quienes cantaron, bailaron y llevaron el peso de la jornada fueron ellas. Un motor que funciona en femenino.