El apagón silenció a la industria arousana como en los primeros días del covid

AROUSA

Las grandes firmas del metal, como Extrugasa, y de la alimentación, como Nestlé, Larsa o Friscos, necesitarán días para volver a la normalidad tras tener que parar en seco
30 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Foi como o covid, cando houbo un momento no que todas as empresas estivemos paradas. Estabamos na empresa e de repente todo se silenciou. Nós, Exlabesa, Urovesa, Nestlé, a Finsa... Estamos rodeados de moita indutria e fíxose raro, pola falta de sonido». Raquel Quintá, responsable de Márketing de Extrugasa, daba ayer testimonio de la extraña sensación que se propagó a lo largo del potente cinturón fabril triangulado entre Valga, Pontecesures y Padrón tras el gran apagón producido en la Península Ibérica al mediodía del lunes, en el que se ha convertido en un nuevo hito en la sucesión de negros episodios históricos registrados desde la pandemia. Un golpe a las cadenas de producción y de distribución de las principales empresas de la comarca, como las de los potentes sectores del metal, la industria auxiliar y la alimentación, que requerirá, explican sus responsables, de días para poder recuperar la normalidad y del encaje del correspondiente quebranto en la cuenta de resultados.
Tres turnos, repartidos las 24 horas del día de lunes a viernes. La cadencia del sistema de producción del gigante arousano de la extrusión del aluminio convirtió a Extrugasa en una de las compañías más afectadas por el cero energético sufrido durante más de 18 horas en Valga. «O único que non parou foi a fundición, tirando dun xerador e 200 litros de gasóleo á hora para alimentalo e poder manter o caldo de aluminio do forno», cuanta Raquel Quintá. Al no haber podido vaciarlo, como sí se hace cuando se apaga con la previsión correspondiente, su parada en seco habría estropeado una maquinaria en la que Extrugasa ha invertido 11,5 millones de euros para poder recuperar 30.000 toneladas de aluminio al año destinadas a autoabastecimiento. Tras esperar en vano el turno de la mañana a su salida a las dos de la tarde por si volvía la luz, y tras tener que mandar a buena parte de la plantilla del turno de tarde y el de noche a casa, Extrugasa recuperó la electricidad ayer a las siete de la mañana, pero no todas sus líneas de producción a la vez. «Tivemos que poñer as prensas a punto, porque houbo que limpalas do aluminio básico e o perfís cos que se estaba a traballar cando se foi a electricidade ao quedar fríos e non poder moldealos xa», cuenta Raquel Quintá. Un proceso que requirió unas cinco horas de trabajo. La cuantía de las pérdidas está por determinar.
Fundiciones Rey hubo de concentrar el suministro de sus generadores auxiliares en mantener refrigerados los convertidores de los hornos eléctricos de sus plantas de Vilagarcía y de Cuntis. «Xa non quero nin saber as perdas», declaraba ayer el consejero de la compañía, Elías Cochón, que al menos se encontró el día después con el alivio de ver que la red eléctrica había vuelto a funcionar: «Hoxe viñamos coa idea de que se non había electricidade ás oito e media da mañá, dariamos a xornada por perdida. Afortunadamente non foi así».
Thune Eureka tuvo que dejar de fabricar esas piezas metálicas únicas que, desde hace décadas, identifican la producción de la firma de bienes de equipo de Bamio con un producto prémium reconocido en los cinco continentes. Por el camino, las dos últimas horas y media del turno principal de trabajo y el turno de tarde, con menor cantidad de personal, que será compensado solo a medias de común acuerdo entre plantilla y trabajadores. Con todo, y tras cifrar las pérdidas efectivas en unos 20.000 euros, el director general de la empresa, Sergio Álvarez, señala que «la mayor pérdida económica está en los plazos, en la rotura de las cadenas y el incumplimiento de compromisos», con casos como el de los inspectores de producto de un cliente foráneo que el lunes no pudieron completar el trabajo por el que habían venido a Vilagarcía.
Las grandes fábricas del sector de la alimentación en la comarca estuvieron lógicamente también entre las principales afectadas. Fue el caso de Larsa, en la capital arousana, que tuvo que parar la producción al no disponer de sistemas alternativos de generación de corriente y que ayer al mediodía iba restableciendo poco a poco la normalidad. También la planta de leche condensada de Nestlé en Pontecesures hubo de esperar a la recuperación del suministro eléctrico, ayer a las 7.30 de la mañana, para retomar paulatinamente a lo largo de casi 24 horas toda su operativa. Desde Nestlé informan de que recuperarán el volumen de producción perdido en los próximos días.
A Friscos la cogió sin generadores propios por quince días y a Bateamar la salvó la talla del mejillón
«Tiñamos comprados desde xaneiro uns equipos electróxenos autónomos que nos permitirán manter a actividade en toda a fábrica case unha xornada completa. A instalación está prevista para dentro de quince días», cuenta Antonio Vázquez, director comercial de Friscos. La suerte le resultó esquiva el lunes a la mayor conservera de capital gallego del sur de Arousa, que se quedó sin suministro eléctrico en el tramo final del único turno de fabricación con el que opera en esta época del año, obligando a desechar la vianda que circulaba en su cadena en el momento del gran apagón.
Ayer «traballamos con pseudonormalidade», cuenta Vázquez, por cuanto «non había camións dispoñibles» para surtir a los clientes la totalidad de la mercancía que no se les pudo mandar el lunes y la manufacturada el martes. «Agardo que o próximo luns volva todo á normalidade —la firma hace puente el viernes—».
Más suerte tuvo Bateamar. El mayor cocedero de mejillón de la zona por número de trabajadores —frisa el centenar— mantiene parado desde hace tres semanas el proceso de cocido «porque o mexillón está pequeno», explica Ana Eiras, jefa de administración de la empresa. Concentrada en empaquetar vianda hasta el próximo lunes, «non tiñamos mexillón que se nos puidera derramar», dice.
Vilagarcía y Cambados, la cara y la cruz del comercio
Balance diametralmente opuesto el ofrecido por las asociaciones de comerciantes de Vilagarcía y Cambados del impacto del gran apagón. En la capital arousana, si bien «hubo de todo, el comercio local estuvo abierto, no le fue tan complicado como a las grandes cadenas. Las tiendas de electrodomésticos y las ferreterías vendieron bastante y la hostelería que abrió estaba a tope», cuenta Zulema Fresco, gerente de Zona Aberta. Juan Rey, presidente de Cambados Zona Centro, explica que en la villa del albariño fue todo lo contario: «O comercio local pechou».