Alobre, un castro dinámico con tres fosos y un sistema defensivo complejo rodeado por el mar

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Los indicios de estructuras de construcción que las prospecciones detectaron entre los fosos de Alobre
Los indicios de estructuras de construcción que las prospecciones detectaron entre los fosos de Alobre CEDIDA

Las prospecciones amplían el recinto del yacimiento en un cinturón de cien metros que precisaría ser incorporado al área de protección

22 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

De momento es una hipótesis avalada por los datos obtenidos de la combinación de dos métodos de prospección no invasivos. Lo cual es bastante, pues así es como avanza la ciencia. Los arqueólogos Carlos Otero y César Parcero acaban de presentar los resultados del trabajo de campo que llevaron a cabo en otoño pasado al sur del castro de Alobre. La iniciativa, desarrollada bajo el paraguas del Instituto de Ciencias del Patrimonio y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, supone el colofón, solicitado por el Concello de Vilagarcía, a la campaña de excavación y puesta en valor que la Diputación de Pontevedra realizó hace nueve años en varios yacimientos galaicorromanos de la provincia. La imagen que resulta de este último paso es, como mínimo, sugerente: la de un poblado muy dinámico que poseía un sistema fortificado mucho más complejo y cubría al menos un cinturón mayor en un centenar de metros de lo que se suponía.

El equipo de arqueólogos empleó un gradiómetro, que registra cambios en el campo magnético, y un sistema de georradar, que permite detectar estructuras enterradas y ofrece cortes horizontales a diferentes profundidades. Del cruce de sus resultados se extraen una serie de conclusiones de alta certeza. Entre ellas, una triple línea de fosos que defendían el istmo que en su momento conectaba el castro con tierra firme. A finales de la Edad del Hierro, Alobre estaba rodeado por el mar, hacia el oeste, y las marismas por el norte y el este. Un brazo de tierra comunicado solo por el sur, que es, precisamente, donde se disponen de forma sucesiva los tres fosos —el más interior, ubicado al pie de la croa central del yacimiento—, separados entre ellos por una distancia aproximada de 35 metros.

A partir de aquí, la interpretación de los datos apunta a dos deducciones con un grado de certeza medio. Por un lado, la existencia de siete anomalías rectangulares que hacen pensar en estructuras divididas en estancias. Por otro, otras estructuras lineales o cuadrangulares cuya disposición, en paralelo a los fosos, sugiere una función defensiva, tal vez un sistema de parcelación agrario, o probablemente una combinación de ambos tipos.

«El entorno del castro hasta ahora identificable alberga restos arqueológicos, de la Edad del Hierro, romanos y/o medievales hasta más allá de sus estructuras visibles». Esta es la conclusión general del estudio, junto a la necesidad de que la zona en la que se ha trabajado sea incorporada al área de delimitación del yacimiento arqueológico.

No ha sido objeto de este trabajo, pero en torno a Alobre pende un enigma histórico que resultaría interesante despejar. La excavación que Diego Piay y Rafael Rodríguez realizaron en el 2016 confirmó con seguridad el período de habitación del asentamiento arousano entre el siglo I antes de Cristo, etapa puramente galaica, y finales del siglo III d. C. El descubrimiento de una necrópolis a sus pies estira este segundo polo hasta la época altomedieval. ¿Qué sucede con el más antiguo? Los arqueólogos comprobaron que, alrededor del cambio de era, y por tanto de la conquista romana de la Gallaecia, el castro fue cegado, rellenado con material de concheiro procedente de otro punto del recinto. Las razones de aquello se desconocen, pero entre ese material se han identificado restos mucho más antiguos, de ánforas, por ejemplo, que remiten de forma intrigante al siglo III a. C.

MARTINA MISER

De las ostras del siglo XIX a la espectacular puerta marítima

Las primeras observaciones acerca de Alobre se remontan al último tercio del siglo XIX, cuando Ramón del Valle constata la presencia de un concheiro en las proximidades del convento de Vista Alegre. Manuel Murguía se hace eco en 1888 de su existencia, que refleja en su obra Galicia. El historiador habla de un depósito de conchas mezcladas con huesos de animales, entre las que predominan las de ostras, berberechos y mejillones, e incluso un cráneo humano. Su descubrimiento fue facilitado por los desmontes que se ejecutaban en O Montiño en busca de material de relleno para la construcción del puerto de Vilagarcía.

  • 1905. La necrópolis

En 1905 es descubierta una necrópolis tardorromana en la que se identifican una treintena de tumbas. Fernández Gil y Casal y la Sociedad Arqueológica de Pontevedra son los encargados de excavarla sobre la ribera del mar. Hallan abundantes restos indígenas y romanos. Luis de Monteagudo concluye, tras su estudio, que la necrópolis data del siglo IV o la primera mitad del V d. C.

  • 1921. La factoría de salazón

Las obras del puerto ya están en marcha y permiten localizar los restos de una factoría de salazón que Fermín Bouza Brey interpreta como romana. En 1927, nuevos desmontes sobre la ladera de la playa revelan numerosos restos con elementos metálicos y cerámica decorada de tipo castrexo. De nuevo, es Fermín Bouza Brey quien estudia el hallazgo junto a Francisco Porto Rey.

  • 1940. El aserradero y el ara

La explanación del terreno para la instalación de un aserradero es contundente. Aquella acción debió de arrasarlo todo, pero al menos hizo brotar del subsuelo un ara romana dedicada al dios Neptuno, que se conserva en el Museo Provincial de Pontevedra. Es el mismo solar donde, 84 años después, Mercadona levantará su supermercado.

  • 2001. Llega la arqueología

El primer proyecto desarrollado con metodología arqueológica data del 2001, con el reconocimiento superficial del yacimiento. El estudio se debe a Tomás Botella, que realiza sucesivas campañas en los años 2002 y 2004. Se descubren estructuras de planta ovalada y abundante cerámica. Ya se puede datar el asentamiento entre los siglos I a. C y IV d. C. En el 2005 y el 2007 se lleva a cabo una primera puesta en valor, después de que las estructuras que han sido excavadas sufran una grave agresión.

  • 2016. El plan de la Diputación

Diego Piay y Rafael Rodríguez asumen las excavaciones cuyos resultados pueden contemplarse hoy, una vez puestos en valor. Descubren varias estructuras, una de ellas claramente romana, dotada de un hipocausto (sistema de calefacción) que hace pensar en una domus. En cuatro meses documentan veinte mil hallazgos, ratifican la datación del castro y revelan el traumático relleno del cambio de era.

  • 2024. Citania y Mercadona

Los arqueólogos siempre han destacado el respeto de Mercadona hacia los hallazgos que realizó la firma Citania a lo largo de sus estudios de control. Además de confirmar la existencia de la necrópolis y la cetárea, un descubrimiento espectacular: la puerta marítima de Alobre. La cadena valenciana, que lo ha cedido al Concello, sufragará su musealización y dos años de excavaciones.