Porque el Auga sigue siendo la reina

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

Miles de personas abarrotaron Vilagarcía en una nueva edición de una fiesta tan extraña como participativa

16 ago 2025 . Actualizado a las 20:18 h.

Pongamos que se llama José. O Jose. Pongamos que anda en la treintena y que hasta ahora vivía únicamente la parte noctámbula del despiporre. Esa parte en la que la fiesta acaba cuando realmente empieza, cuando las hordas empiezan a abandonar Vilagarcía dejando sus plásticos y sus recipientes atrás. Porque para José, o Jose, la Festa da Auga ha cambiado de color. Ha cambiado desde el año pasado. Ha descubierto la otra cara de la fiesta. La que se disfruta cuando se tiene determinada edad. La fiesta que se ha convertido en un punto de encuentro para los vilagarcianos, en una reunión con quienes viven fuera de la localidad durante todo el año y que, además de por el turrón El Almendro de cada Navidad, vuelven a casa para ver a Carlos Guerrero comandando la subida de la imagen de San Roque desde la capilla de Santa Baia. O para bailar al son de La Duendeneta en Méndez Núñez con el Freddie Mercury vilagarciano discutiendo la veracidad de la ley de la gravedad. Esa parte de la fiesta, en fin, que arranca alrededor de las cuatro de la tarde, cuando el ambiente ya se ha despejado ligeramente, lo suficiente, y los abrazos se pueden repartir sin apreturas. Esa parte de la fiesta, esa traca final, que se puede comparar con un buen chupito de licor café tras un cocido pantagruélico.

Hasta ahí, hasta esa sobremesa que tanto disfrutan los vilagarcianos de cierta edad y que ha comenzado a descubrir José, o Jose, el guion fue más o menos el habitual. A falta de que la inteligencia artificial desmienta las sensaciones, apunta incluso el Concello que la noche previa fue un despiporre de gente, pero un despiporre sin estridencias. Ni de las buenas, ni de las malas. Es decir, hubo menos gente de la que parecía que podría haber al tratarse de un fin de semana y hubo menos incidentes de los que se podrían aventurar ante semejante aglomeración de personas. Muy pocos por la noche, y tampoco en la Festa da Auga propiamente dicha. En este tramo matutino, entre las 11.00 y las 15.00, únicamente se registraron incidentes de carácter leve, según informaron fuentes municipales. El hospital de campaña instalado para dar cobertura al evento atendió a 17 personas, la mayoría por cortes superficiales, contusiones de escasa gravedad y algún caso de intoxicación etílica. Asimismo, la ambulancia de soporte vital básico realizó dos traslados al hospital comarcal: uno desde la céntrica plaza de A Peixería y otro desde San Roque, escenario del pregón. En ningún momento fue necesaria la intervención de la ambulancia medicalizada. En paralelo, en la plaza de Doutor Carús se produjo un atropello que no revistió consecuencias serias para la persona afectada, y las fuerzas de seguridad detuvieron a un individuo que trató de agredir al personal sanitario del hospital de campaña.

El ritual fue el habitual: muchas horas de farra noctámbula a pesar de la niebla —que la chavalada es más inteligente de lo que casi todos piensan y muchos y muchas trajeron hasta mantitas además de las sudaderas para combatir el frío—, un lugar donde tomar un tentempié para afrontar la parte más húmeda de la jornada —el chupito de garbanzos y callos de A Perla es otra de las cosas que descubrió José, o Jose, y que ya formará parte de sus menús del día de cada 16 de agosto—, el paseo detrás de la imagen de San Roque hasta su capilla —con el personal pensando erróneamente que ataja y va a llegar antes si va por la plaza de A Independencia—, el himno de Galicia —cantado a tutiplén—, el pregón —que este año volvió a escucharse bien— lo vecinos impacientes —que no esperan a que el pregón concluya para empezar a lanzar agua—, el personal —que cuarenta años después no se entera aún y sigue vistiendo con ropa normal o sacando la silla del niño a la calle— y el paseo de vuelta hacia la zona cero. Luego, agua, risa, música, abrazos y recuerdos.