Un bombero (con su manguera), dos freddies, cincuenta calderos... la Festa da Auga de Castroagudín lo tiene todo

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA

AROUSA

En cuanto se dio el pistoletazo de salida nadie se libró de un buen calderazo

02 sep 2025 . Actualizado a las 05:05 h.

A la una y media de la tarde, en la plaza de Castroagudín reinaba el lila de las camisetas que llevaba el personal. El eslogan era claro: «Vémonos na fonte». Y allí estaban, matando la espera bailando La Morocha o Paquito el Chocolatero al ritmo que marcaba la banda de música de Vilanova. Quien más quien menos pertrechado ya con su caldero y pensando en la cuenta atrás. A las dos, las porteadoras colocaron al santo (que iba bien cargado de euros) sobre su hombros e iniciaron la mini procesión bailando y dando palmas. Hubo ahí un pequeño momento de confusión porque parte de la rapazada entendió que se había abierto la veda, para desesperación de algún miembro de la comisión, que se desgañitaba pidiendo paciencia al personal.

Había ganas de agua en Castroagudín y quien no conozca la fiesta debería acercarse el próximo año. En cuanto se dio el pistoletazo de salida nadie se libró de un buen calderazo. Dentro de la taberna, que estaba cerrada con llave por si acaso y donde las consumiciones se servían por la ventana, algún refugiado viendo los toros desde la barrera. Fuera apareció no un Freddie Mercury, sino dos, aunque al doble de Fran le duró poco el bigote. Había también un bombero, con su manguera y de buena potencia. Había música, con unos altavoces perfectamente colocados. Y había, sobre todo, ganas de fiesta.

«Hoxe debe estar fría a auga», comentaban en el bar. A esas alturas, Flora ya había ordenado plegar la sombrilla de delante del local y se había subido al primer piso para mojar desde allí a quien se acercara. Una paisana, neófita en el asunto pero con la camiseta lila de rigor, preguntaba a qué hora se iba a acabar el despiporre asumiendo que le iba a tocar mojarse. Seguramente, así sucedió. El mítico Satiro, sin embargo, es probable que se librara del remojón. O eso iba a intentar. Antes de que comenzara todo tuvo tiempo para lanzar una pulla: «Desde que a fonte está en Patrimonio non veñen limpala, e os veciños xa non a podemos limpar». Dicho queda.