«Están de marabilla e pican un pouco»: Meis despacha seis mil raciones de callos en la degustación más contundente del verano en las Rías Baixas

MEIS







Setecientos kilogramos de garbanzos fueron necesarios para componer un plato contundente, colectivo y generoso, al que el verano nunca asusta
14 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Teniendo en cuenta que en varias de las treinta y tantas ediciones anteriores el mercurio rozó los 35 a la sombra, los 23 grados que ayer mostraban los termómetros a mediodía en Meis sonaban a bendición a la hora de afrontar con apetito la Festa dos Callos. Que conste que aquí nunca ha faltado el buen diente, ni con sol ni con orballo. Cielo cubierto y un cierto recalmón. Ningún impedimento para buscar con la cuchara un manjar que se asocia al rigor invernal y los estómagos recios, pero brilla en verano a poco que sople un viento mínimamente favorable.
«Están de marabilla e pican un pouco, como ten que ser», aseguran un grupo de comensales que, procedentes de Pontevedra, se sientan a la sombra de la arboleda de la plaza de España, en O Mosteiro, convertida en salón de banquetes al aire libre a la salud de San Bieito.
La organización, que compete al Concello de Meis, ha cocinado seis mil raciones. A la vista de que las dos colas —la de los tiques para comer aquí y la de las perolas para llevar a casa o adonde sea— suman sus buenos setenta metros, no van a sobrar. La alcaldesa, Marta Giráldez, subraya el papel de los voluntarios, que comenzaron a picar chorizo el sábado, a las cuatro de la tarde, y los setecientos kilogramos de garbanzos necesarios para componer este plato contundente, colectivo y generoso.
Los precios, bien. Doce euros un plato con el que comes y cenas y te llevas para casa, con su pan, su taza y su botella pequeña de vino. Diez, en caso de que te traigas a O Mosteiro tu pota o tu táper para comértelos donde más te interese. Las reservas para catorce personas se agotaron en dos días. Si a las diez de la mañana había ya gente esperando, qué puede salir mal.