«Están de marabilla e pican un pouco»: Meis despacha seis mil raciones de callos en la degustación más contundente del verano en las Rías Baixas

Serxio González Souto
Serxio González MEIS / LA VOZ

MEIS

Setecientos kilogramos de garbanzos fueron necesarios para componer un plato contundente, colectivo y generoso, al que el verano nunca asusta

14 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Teniendo en cuenta que en varias de las treinta y tantas ediciones anteriores el mercurio rozó los 35 a la sombra, los 23 grados que ayer mostraban los termómetros a mediodía en Meis sonaban a bendición a la hora de afrontar con apetito la Festa dos Callos. Que conste que aquí nunca ha faltado el buen diente, ni con sol ni con orballo. Cielo cubierto y un cierto recalmón. Ningún impedimento para buscar con la cuchara un manjar que se asocia al rigor invernal y los estómagos recios, pero brilla en verano a poco que sople un viento mínimamente favorable.

«Están de marabilla e pican un pouco, como ten que ser», aseguran un grupo de comensales que, procedentes de Pontevedra, se sientan a la sombra de la arboleda de la plaza de España, en O Mosteiro, convertida en salón de banquetes al aire libre a la salud de San Bieito.

La organización, que compete al Concello de Meis, ha cocinado seis mil raciones. A la vista de que las dos colas —la de los tiques para comer aquí y la de las perolas para llevar a casa o adonde sea— suman sus buenos setenta metros, no van a sobrar. La alcaldesa, Marta Giráldez, subraya el papel de los voluntarios, que comenzaron a picar chorizo el sábado, a las cuatro de la tarde, y los setecientos kilogramos de garbanzos necesarios para componer este plato contundente, colectivo y generoso.

Los precios, bien. Doce euros un plato con el que comes y cenas y te llevas para casa, con su pan, su taza y su botella pequeña de vino. Diez, en caso de que te traigas a O Mosteiro tu pota o tu táper para comértelos donde más te interese. Las reservas para catorce personas se agotaron en dos días. Si a las diez de la mañana había ya gente esperando, qué puede salir mal.