Tridente Champions: hija jugadora, madre presidenta y padre delegado

Pablo Penedo Vázquez
Pablo Penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MONICA IRAGO

El singular clan se reparte desde la temporada pasada entre el vestuario, las oficinas y el banquillo del Atlético Arousana

06 mar 2020 . Actualizado a las 12:10 h.

Rosa Ana Poza y Manuel García acompañan a su hija Ana, lateral del Atlético Arousana, a cada entrenamiento del histórico equipo vilagarciano de fútbol femenino. También a todos y cada uno de sus desplazamientos, incluidos los que exigen pernoctar en Asturias o Cantabria, con el conjunto arousano compitiendo en el Grupo 1 de la Primera Nacional, la categoría de bronce femenina española. Que vivan en Sanxenxo, a 30 kilómetros de Vilagarcía, y que Ana todavía camine hacia la mayoría de edad (tiene 17 años) son dos buenas razones para la entrega de sus padres. Pero no es la explicación a su comportamiento como un tridente cuando hablamos del Atlético Arousana. Y es que desde la temporada pasada Ana es la hija de la presidenta y del delegado de un equipo en el que desembarcaba hace cuatro años, procedente de un conjunto mixto del Unión Dena (Meaño). Un caso que, si no único en Galicia, se le parece mucho.

«Desde pequeñita quise jugar al fútbol», cuenta Ana. «Gustáballe o fútbol, e nós apoiámola. A min gústame o fútbol, e á miña muller tamén», añade su padre, jugador del equipo de veteranos del Dena hasta que la temporada pasada una lesión de menisco lo obligó a colgar las botas. El caso es que «en los equipos de Sanxenxo no había niñas, y como yo trabajaba en Dena, empezó allí, con 5 añitos», recuerda la madre.

Con 12 ó 13, en un torneo el entonces entrenador del Atlético Arousana B se fijó en la sanxenxina. Hasta el punto de sacarle una fotografía, y acudir a un entrenamiento del Unión Dena con ella preguntando por los padres de aquella niña que le había metido un gol a sus chicas. «Nos propuso que Anita fichase por ellas. Fuimos a verlas entrenar, y un partido del primer equipo», relata Rosa Ana. A mitad de su primera temporada en el club Ana se incorporó a los entrenamientos del Atlético Arousana A. Y al siguiente curso, con 14 años, se agenció su lateral izquierdo; hasta hoy.

En el verano del 2018 Aránzazu Ruiz dejó la presidencia del club, y su coordinadora, María Coba, y la capitana y única superviviente de aquella primera plantilla con la que en 1994 nacía el Atlético Arousana, Carolina Baños, se dirigieron a Rosa Ana: «Yo había presidido y formado parte de directivas de AMPAs de Sanxenxo, además de colaborar con la directiva del Unión Dena. Ellas buscaban gente con iniciativa, y lo sabían». Y tras consultarlo con su familia, dio el paso adelante.

«A mí», confiesa la hija, «por un momento me tiró para atrás, por lo que podía pensar la gente: ‘Juega porque es la hija de la presidenta’. Pero», continúa Anita, «sé cómo es mi madre, una persona que se mueve, que trabaja, y que iba a ser buena para el club». Es por ello que no le afectan lo más mínimo comentarios de refilón que, explica, de vez en vez oye del padre de alguna compañera: «Yo sé que juego no por ‘ser la hija de’, sino porque me lo curro yo. Para mí mis padres son dos personas más del club». Su madre, trabajadora en una empresa de conciliación familiar, dedicándole al menos una hora diaria al Atlético Arousana, entre reuniones en la Federación Gallega, búsqueda de patrocinios o negociaciones de fichajes.

Su padre, trabajador de la construcción, que aceptó casi en paralelo al sí de la presidenta la labor de delegado del primer equipo sin experiencia previa, «haciéndolo genial», dice Rosa Ana, «haciendo piña con las jugadoras y los entrenadores»; y sirviendo de «referente» que siempre fue para su hija a la que, confiesa Ana, «me transmite mucha seguridad, y pienso que a mis compañeras lo mismo», además de arrancarles muchas carcajadas con sus bromas.

«Quixemos poñer o noso gran de area para axudar o club», comenta Manuel, que se declara orgulloso de su hija y su mujer, quien está «facendo un labor grande, grande» como presidenta. Buen conocedor del fútbol masculino, el padre sostiene que «o fútbol feminino é máis limpo. En 20 partidos, podes atopar un energúmeno». Y como su mujer, intenta hacer su parte «o mellor posible». En su caso, asumiendo además las tareas de utillero, que incluyen «levar os petos dos adestramentos a casa, métoos na lavadora, e lévoos ao seguinte adestramento» oliendo a fútbol fresco.