Joam Berride: el alma de los refugiados a la velocidad del color
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VILAGARCÍA DE AROUSA
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La exposición «Refugee Camps» recoge la tragedia de quienes huyen sin nada, a través de diez años de pintura
14 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.El acervo popular atribuye a Pablo Picasso una recomendación fundamental para cualquier ámbito cuyo desempeño exija particulares momentos de lucidez como puntos de partida: que la inspiración, cuando llegue, te sorprenda trabajando. El mecanismo que pone en marcha la pintura de Joan Berride añade un corolario a esta célebre sentencia: que los sentidos estén también despiertos. El pintor vilagarciano expone hasta el 2 de julio, en la sala Antón Rivas Briones de la capital arousana, algunas de sus series más recomendables. El título de la muestra, «Refugee Camps», hace referencia a la secuencia central, que una fotografía de prensa, publicada en blanco y negro, disparó hace más de diez años. La última de sus piezas fue alumbrada en el 2023, lo que permite recorrer con el autor una evolución temporal que se refleja en su particular forma de manejar la luz y el color.
«O traballo comeza normalmente cunha idea moi simple que vai evolucionando». Como sucede con cualquier campamento de refugiados, la primera de sus obras ancla sus raíces en una representación esquemática. Apenas unas casetas, prácticamente unas tiendas de campaña, en las que el cromatismo y las formas suaves se ponen al servicio de un mensaje trágico. Poco a poco, con el paso del tiempo, las construcciones crecen, se diversifican, colonizan pueblos enteros. Lugares que fueron escenarios de vidas y sucesos ordinarios se convierten, ahora, en la patria teóricamente transitoria pero realmente cronificada de los expatriados, de quienes huyen dejándolo todo atrás. «Tamén fun engadindo outros elementos. De súpeto xorden avións, que establecen un ton ameazador. Co tempo, introducín tamén simboloxía das cinco principais relixións do planeta, tentando transmitir que, en realidade, isto pode ocorrer en calquera lugar do mundo. Todos podemos acabar sendo refuxiados».
Berride, que empezó a dibujar con veintipocos años, es un decidido partidario del acrílico, al que llegó desde el óleo y el pastel. «A cor, o cromatismo, é algo que herdei dun mestre que tiven na Coruña, Xusto Moreda. Con el comecei a perfeccionar a miña pintura ao óleo. Aínda que rematei por saltar os seus criterios. O acrílico non permite rectificar con facilidade, pero considero que, perfeccionándoa, é unha técnica que consigue a mesma calidade e a min resúltame máis cómoda».
El pintor arousano compagina la muestra de Vilagarcía con una incursión paralela en la sala Arga, de la Asociación de Artistas Plásticos Galegos, en A Coruña. En ella figuran zarpazos de series que también están presentes en la Rivas Briones. «Visionarios», por ejemplo, un trabajo de atmósfera abstracta, en la que la figura apenas se simula. O «Aprendendo a voar», una propuesta que se aleja de la intención social que sí desprenden con intensidad sus campos de refugiados. «O que procuro, no fondo, é plasmar a beleza sempre, por moito que os motivos representados sexan duros, terribles ou desagradables». Tres obras rompen la relativa regularidad de la exposición. Por su formato y orientación, vertical y más amplio de lo que es habitual en él. Y por su limpia colocación sobre la pared, privadas de cualquier marco o anclaje visible, suspendidas en la misma provisionalidad que acoge a los habitantes de sus frágiles y hermosos asentamientos.
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- «O vendedor de castañas». Como tantas otras obras de Berride, «O vendedor de castañas» parte de un hallazgo que nada tiene que ver con el fruto del otoño. «A catedral de San Marcos, en Venecia, impactoume e pinteina practicamente sen querer. Cando quixen perfeccionala, o que fixen foi destruíla», confiesa el pintor arousano, que únicamente conservó las partes cromáticas que más le gustaban para reproducir un cuadro distinto, partiendo de azules y amarillos. Pertenece, por derecho propio, a la serie «Visionarios».