
Carmen Martínez y Manuel Rodríguez adaptaron esta receta típicamente andaluza a los camarones gallegos, con mucho éxito. Madre e hijo regentan uno de los establecimientos punteros de la Marina vilagarciana
04 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Conseguir una mesa en Pepe Quilé no resulta sencillo. Si es para el fin de semana, más vale llamar con tres o cuatro días de antelación. Abrió hace siete años siendo una vinoteca, pero se ha ido transformando para adaptarse a la demanda de sus clientes y ahora, en palabras de la dueña, Carmen Martínez, «trabajamos como un restaurante».
Empezaron elaborando una pequeña carta con aperitivos para acompañar el vino, pero el éxito ha hecho que estos sean su mejor reclamo. A los fogones, ella, su hermana y hasta su hijo, Manuel Rodríguez, quien ahora también es socio del negocio, —«me llena más que la banca», de donde venía—. Un destino que, reconocen ambos, no preveían en sus vidas: «La cocina no es tradición familiar, pero sí pasión».
El éxito es indiscutible. Claro que la localización, en plena avenida de la Marina, es inmejorable, pero la clave, según los dueños, es otra: «Trabajamos todo con productos de temporada que adquirimos todas las mañanas en la plaza». Aunque disponen de carta, todos los días ofrecen platos con lo más fresco de la plaza de abastos de Vilagarcía: vieira, cigala, palometa, coruxo y mucho marisco y pescado.
Pero señalan que lo que más fama les ha dado son sus tortitas de camarón, una receta típica de Cádiz, que ellos han sabido adaptar a nuestra cocina para euforia de la clientela. Aseguran que «no faltan en ninguna mesa».
Cómo esta receta llegó a sus manos no lo tienen muy claro. «Las hacía la abuela», menciona Manuel, a lo que su madre responde, «Sí, pero ni idea de porqué. No tenía relación con Andalucía». La suya, eso sí, tiene sus diferencias con la original.
La fundamental, cómo no, el producto: el camarón. En Cádiz son quisquillas las que reposan sobre la masa de harina, las cuales tienen un dejo más suave que los camarones gallegos. Eso ya matiza bastante la receta, que llena de sabor el paladar.
Otra particularidad fundamental es que las quisquillas pueden comerse enteras, cabeza incluida. Quien haya intentado hacer lo propio con los camarones sabrá que es misión arriesgada. Su cabeza es más dura, y está llena de bigotes y apéndices. Por eso, cada mañana una persona del equipo dedica varias horas a «pasarlos por la peluquería», como dice Carmen.
El trabajo vale la pena, porque los clientes van a Pepe Quilé a propósito. «Hasta se llevan una decepción si les dices que no hay camarones», como les sucedió algunos días en la temporada del 2024, en la que este crustáceo escaseó.
Carmen y Manuel no dejan de mencionar la relevancia del producto en sus platos. En la plaza los conocen y «en A Illa ya siempre nos reservan camarón». Ella se levanta todas las mañanas para ir en persona a seleccionar el género más fresco posible. «A veces he intentado convencerla de que nos lo traigan al local, pero ella insiste en la importancia de verlo en persona en la plaza», explica el hijo, mientras Carmen asiente, convencida: «Verlo, olerlo y tenerlo delante es fundamental». La ría, una vez más, clave en la receta.
lA EVOLUCIÓN
De vinoteca a restaurante. Aunque aún trabajan vinos —son embajadores de la bodega Eladio Piñeiro de Vilaxoán—, la demanda de sus clientes obligó a Carmen a reinventarse. Para los que no sean muy amigos de los camarones, otra tapa muy solicitada son los chocos de la ría en su tinta, «tanto con fideuá, como en cama de patatas». Además, uno de sus platos ganó el pasado mayo la primera edición de la Ruta de Tapas y Compras organizada por Zona Aberta. Se trata de la «Teja de mar», un salpicón de marisco bañado en espuma de aguacate y todo ello sobre un lecho de harina, exactamente el mismo que las celebradas tortitas. Todo ello sin olvidar los pescados y mariscos del día, siempre bien frescos.

El camarón, pelado. Quitar la cabeza a los camarones puede resultar una tarea hercúlea. Especialmente en temporada alta, cuando Pepe Quilé puede llegar a despachar entre 2 y 4 kilos al día.