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Después de tres décadas investigando la vida y obra de su abuelo, Xaquín del Valle-Inclán dice que aún quedan cosas por descubrir
16 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Ser familia de... no es algo de lo que presuma Xaquín del Valle-Inclán. «Os apelidos non se elixen, veñen dados pola casualidade. Non ten ningún mérito», dice cuando le preguntamos por su condición de nieto de Ramón María del Valle-Inclán. ¿Pero esta casualidad marcaría de alguna manera su vida?, preguntamos. «Tróuxome máis desgrazas que outra cousa», y relata cuando un comisario de policía, que le detuvo por sus actividades políticas contra el régimen de Franco, le dijo al ver cómo se apellidaba que iba a dar un escarmiento con él. Así que lo mandaron a hacer la mili al Sáhara.
Tenía 19 años, lo acababan de expulsar de la universidad por alteración del orden y se enfrentaba a un futuro incierto. «Aquilo foi moi duro», recuerda. Pero en este caso bien se puede aplicar aquello de que no hay mal que por bien no venga. «É un sitio precioso que me deu oportunidade de escoitar moitas historias». Tanto fue así que volvió en varias ocasiones, una de ellas para reencontrarse con uno de aquellos chicos a los que los soldados españoles les enseñaban castellano en las áridas tierras de África. Pero que nadie se imagine a Xaquín del Valle-Inclán a lo Lawrence de Arabia. «Lonxe do que a xente pensa hai máis area en Corrubedo que alí. Desde o Aaiún ata Arabia Saudí só un 9 % do terreo é area. Non hai dunas, o deserto é cara o sur».
No estuvo allí por mucho tiempo. Al cabo de diez meses volvió a España para continuar sus estudios universitarios. Dejó Historia y se matriculó en Filología Inglesa «porque os garavanzos estaban garantidos». No erró. Al poco de licenciarse encontró trabajo como profesor de inglés, un oficio que le gusta y que le llevó por institutos de Galicia y de otros puntos de España hasta que se prejubiló hace tres años. Ese pragmatismo del que hizo gala en sus años mozos también le llevó a desechar la idea de convertirse en escritor profesional como lo fue su abuelo. La culpa fue de Eduardo Blanco Amor, que le vino a decir que mejor se buscara otro oficio porque las letras solo daban para malvivir.
De todos modos, Xaquín del Valle-Inclán algo sí escribió a cuenta de las investigaciones que lleva a cabo desde hace tres décadas sobre la vida y obra de su antepasado. Lejos de lo que cabría esperar, no son los testimonios familiares su principal fuente de información. La de Valle-Inclán no era una familia bien avenida; Xaquín solo trató con una tía, con Mariquiña, «que contaba barbaridades sorprendentes», y su padre Carlos era muy discreto y no hablaba mucho de su progenitor. En esto se parecía al autor de Tirano Banderas, que tampoco dejó unas memorias ni un epistolario que permitan bucear en su biografía y sus pensamientos. De todos modos, Xaquín del Valle-Inclán no se fía mucho de lo que puedan contarle sobre su abuelo. «A memoria sempre engana moito, unha cousa é ter recordos como fillo e outra ir aos feitos históricos». Y después de tantos estudios sobre Valle ¿queda algo por descubrir? «Si, unha cousa importante. Que non modificaba o texto das súas obras por motivos de estilo senón por motivos tipográficos», explica. Vamos, que si había que cortar palabras era porque el papel no daba para más, no porque al autor tuviera un ramalazo de inspiración. Respecto a su figura humana, cuenta el nieto que la imagen que existe de su abuelo está muy distorsionada. Ni era tan pobre como decía, ni tan bohemio como quería aparentar. «Azaña dicía del que nunca sabía o que pensaba de nada. El mesmo fomentou esa distorsión».
Xaquín preside desde hace más de tres años la Asociación de Amigos de Valle-Inclán, un foro que además de editar la revista Cuadrante lleva a cabo iniciativas para promover la figura y la obra Don Ramón, como las que se están celebrando a lo largo de este mes en Vilanova a propósito del 150 aniversario de su nacimiento. Xaquín del Valle es de los que opina que la dimensión literaria de su abuelo no debería estar reñida con su proyección cultural y turística, y aboga por que A Pobra y Vilanova sigan el modelo que aplicaron en Stratford. «Alí vive todo o mundo de Shakespeare», comenta.
Respecto a las polémicas habidas en el pasado reciente a cuenta de la cuna de Valle y de los foros desde los cuales se debe promocionar su obra, Xaquín del Valle-Inclán cree que están ya superadas y prefiere mirar al futuro. De hecho, se puso al frente de la asociación para tratar de aglutinar y acabar con todas aquellas disputas que, a saber, qué hubiera pensado el dramaturgo de ellas. «Eu desde logo non teño nin idea», responde.
Lo que sí sabe es que Valle-Inclán amaba Galicia, y que además de vivir unos años en Cambados y en A Pobra, se llegó a plantear instalarse en Vilanova, donde vivía su amigo Francisco Peña.
A inventor del esperpento no le pudo la morriña como sí le pudo a su nieto. «Cando estaba en Canarias tiven que volverme. Non me gusta nada o topicazo pero, si, tiña morriña de Galicia». Santiago y alguna visita a Vilanova -ayer mismo estuvo por tierras arousanas- , se la curan.