La economía que mueve la lluvia

María Hermida
María Hermida RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

monica ferreiros

Los deshumidificadores se despachan a pares este invierno y lo mismo pasa con artículos como los socorridos trajes de agua y chubasqueros

06 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La lluvia, el viento, los temporales en general... Están demostrando, y de qué manera, que son capaces de mover muchas cosas. Que se lo pregunten a quienes viven en Coroso (Ribeira), que empiezan a pensar que las dunas de Corrubedo se han instalado en el paseo marítimo, con tanta arena que arrastra el mar hacia él. Pero esos mismos temporales mueven también la economía. Una actividad muy concreta, íntimamente ligada a las precipitaciones, la humedad y el mal tiempo. La necesidad de pertrecharse ante los aguaceros con botas, trajes de aguas y chubasqueros se está notando en muchas tiendas. Y también la desesperación por no poder secar la ropa en condiciones se está traduciendo en venta de electrodomésticos tipo secadoras o deshumidificadores.

La radiografía a la economía de la lluvia empieza, precisamente, en una tienda de electrodomésticos de Ribeira. Juan Manuel Sampedro, responsable de la misma, señala que la mayoría de los clientes que llegan a su establecimiento lo hacen buscando uno de estos dos productos: «Queren unha secadora ou un deshumidificador, e moitas veces incluso as dúas cousas», señala. Esos son, en este momento, los electrodomésticos fetiche.

Varios para cada casa

Su venta se ha disparado y en este local, de media, despachan al día dos o tres secadoras y tres o cuatro deshumidificadores. Lo mismo que Sampedro opinan en otros establecimientos del ramo, donde indican que muchas familias compran un deshumidificador y, al ver que los temporales persisten, adquieren más aparatos porque «la humedad se mete por todas partes».

En las tiendas que venden trajes de agua y botas también notan el tirón lluvioso. Lo contaban en Ferretería Tucho, de Noia, desde donde señalaban que las precipitaciones están cubriendo un poco el vacío que dejó la caída de la construcción. ¿Qué relación tiene uno con lo otro? Los albañiles eran quienes más compraban trajes de agua. Al descender los puestos de trabajo en el sector, estas ventas quedaron tan desinfladas con la burbuja inmobiliaria. Pero este invierno, conforme las precipitaciones fueron en aumento, también resurgió la adquisición de botas de agua, zapatones reforzados y trajes de aguas.

El panorama se completa en las tiendas que comercializan los que se pueden considerar el perejil de todas las salsas, ya que es práctica de riesgo salir sin ellos: paraguas. Se venden a pares. Lo dicen desde tiendas de Noia, Ribeira o Boiro. Los hay de todos los precios, colores y tamaños. Y todos tienen salida en estos días en los que, como ironizaba ayer un cliente, «chove como se fixera falta».