La abuela de Noia apagó su sonrisa a los 107 años

BARBANZA

DELFINA AGRAFOJO, CENTENARIA, CUMPLIO 106 AÑOS EN SU CASA DE ORRO.La noiesa Delfina Agrafojo había cumplido 107 años el pasado mes de mayo
La noiesa Delfina Agrafojo había cumplido 107 años el pasado mes de mayo CARMELA QUEIJEIRO

Delfina Agrafojo dijo adiós a una larga vida dedicada a trabajar y a su familia

10 jul 2024 . Actualizado a las 19:33 h.

Se fue sin hacer ruido, pero dejando un gran vacío en todos los que la conocían. La abuela de Noia, Delfina Agrafojo falleció después de haber cumplido los 107 años el pasado mes de mayo y tras una larga vida en la que se convirtió en la pieza central de una familia que estos días la echa muchísimo de menos. Así lo confesó su nieta Lorena Costoya, que explicó que el pasado miércoles «comezou a apagarse pouco a pouco, só quería estar na cama, logo deixou de falar, de comer... Ela que sempre foi tan activa e acabou apagándose».

Numerosos vecinos, familiares y conocidos acudieron a despedirla al cementerio de Santa Cristina de Barro donde fue enterrada al lado de su marido y de sus padres. «Foise tranquila e ben coidada, e rodeada por centos de persoas que a viñeron despedir, como ela merecía», apunta Costoya, que agradece todas las muestras de cariño que le han llegado todos estos días.

Como otras tantas mujeres de Noia, Delfina dedicó su vida a cultivar las tierras y a mariscar, y siempre contaba que el trabajo era mucho más duro que ahora. Siempre con una sonrisa en la boca, confesaba que no había ningún secreto para llegar a su edad, que ella comía de todo y no perdonaba los churros del domingo que sus nietos le iban a buscar. Era muy habladora y a la mínima se ponía a cantar A Rianxeira o recordaba que tuvo más de un pretendiente en sus años de juventud.

Desde hacía unos años sus piernas no le respondían como ella quería y necesitaba una silla de ruedas, por eso le encantaba que la pusieran al lado de la ventana y ver pasar la vida y a sus vecinos, y que la sacaran a la calle siempre que el tiempo lo permitiese. Siempre agradecida por haber podido ver crecer a sus nietos y bisnietos, Delfina se fue con los deberes cumplidos.