Arousa Team, el triunfo de una pasión sobre dos ruedas y muchas dificultades

Ramón Ares Noal
MONCHO ARES RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

El accidente mortal ensombreció la gesta del equipo de O Salnés y Barbanza

13 ago 2024 . Actualizado a las 11:51 h.

La carrera apenas duró 20 minutos y coronó un podio con tres pilotos del Arousa Team: Julio Buiturón, en lo más alto; Óscar Cores, en el segundo cajón; y Juan Buiturón, en el tercero. Los tres ya formaban parte de la orla de campeones del Gran Premio de Velocidad Ciudad de La Bañeza de motociclismo, en la categoría de motor de 4 tiempos de 350 centímetros cúbicos, de hecho, ya coparan los mismos puestos el año pasado, aunque Juan y Óscar se los intercambiaron y ambos también saborearon las mieles del campeón en las ediciones de 2018 y 2022, respectivamente. Pero hay que contextualizar la hazaña para conocer la importancia del triunfo de una pasión sobre dos ruedas y muchas dificultades, la más grave, el fatal accidente de Javier Álvarez, en los entrenamientos de la categoría Moto 3, que impactó en todos: pilotos, familiares, organización... hasta el punto de poner en jaque la continuidad de la cita.

EL ambiente

La frase. La mirada de Ángel Nieto preside el circuito unas curvas antes de llegar a la recta de meta en un mural pintado en un edificio. El asturiano dejó una frase que reconoce el entorno y la carrera: «Para ser campeón del mundo, primero hay que ganar en La Bañeza». Palabras del 12+1 campeón del mundo de motociclismo que estimulan a los amantes de la velocidad sobre dos ruedas y que convierten a la ciudad leonesa en la «catedral de la moto», como reza en distintos puntos de la población y, por lo tanto, lugar de peregrinaje de los amantes de esta actividad a los que no disuaden ni las temperaturas extremas, ni la falta de plazas hoteleras, ni el ruido y el olor a neumático de ruedas calientes, ni los acelerones, ni las explosiones intencionadas. Se cuentan por decenas de miles los visitantes, la gran mayoría, gallegos.

LOS OTROS

Complicidad local. Tres integrantes del Arousa Team coparon el podio de motos clásicas 4T de 350, pero para lograr su gesta contaron con el apoyo de más de treinta personas que compartieron cuartel general con los nueve pilotos desde el viernes por la noche hasta el domingo y contaron con la complicidad de un vecino, Hermógenes Celada, que les cedió el uso del frente de su vivienda y de los servicios básicos; o la dedicación incansable de Daniel Mayán, otro histórico del motociclismo gallego que cambió el manillar de su enduro por las «herramientas» de cocina para facilitar que los corredores llevaran lo mejor posible la competición.

EN EQUIPO

Todos a una. Nueve fueron los pilotos del Arousa Team que compitieron, pero el Gran Premio de Velocidad de La Bañeza no es de equipos, sino individual, aunque si hubiese que dar un premio al conjunto, los de O Salnés y Barbanza lo ganarían de calle, porque su box fue el más numeroso, el más animado, el más grande y el de todos a una, ya que ante cualquier avería o eventualidad que pudiese poner en duda la participación en las carreras, todos se ponían manos a la obra desmontando carburadores, cambiando motores o haciendo lo que fuese necesario para que ninguna moto se quedara fuera de la línea de salida, al menos por falta de atención previa.

MOMENTOS DE tensión

Nervios a flor de piel. La preparación del Gran Premio de Velocidad de La Bañeza empezó semanas antes, con la puesta a punto de las motos, modelos clásicos de 4 tiempos de 350 centímetros cúbicos que brillaban como nuevas en el box del equipo. Pero no todo lo que brillaba era oro, porque si las máquinas estaban aparentemente perfectas para correr, los pilotos ya vivieran los días previos a las carreras con intensidad. El nerviosismo redujo sus horas de sueño durante la semana, y ya con el circuito a la vista, las dos noches anteriores fueron de vela para muchos pensando en la competición o lidiando con el sofocante calor, mientras por las calles de La Bañeza las máquinas de los miles de seguidores que recalaron en la ciudad rugían hasta el amanecer. El día de la carrera, a medida que se acercaba la hora de salir al circuito, las voces de los pilotos se entrecortaban y llegaban los momentos de concentración, sentados a la sombra o deambulando sin sentido.

LA APOTEOSIS

Llegó la hora. Antes de la salida, Julio Buiturón, el ya tricampeón de la categoría, besó su herradura de la suerte. Se subió a su Ducati, con el dorsal 22, y se dirigió a la línea de salida, ocupando la tercera posición, solo con las de dos motos de 500 delante. Tanto él como los demás miembros del Arousa Team dejaron atrás todas las dificultades previas cuando la bandera verde abandonó el circuito y se dio la salida. Veinte minutos de tensión, de correr para adelantar al antecesor, que concluyeron con un triunfo incontestable y la gloria de copar el podio en un escenario sin igual en el mundo del motociclismo español.