Los comentarios negativos hacia los turistas son cada vez más habituales en Barbanza. Proliferan en las redes sociales y también en las conversaciones de terrazas. Unos se quejan de que acaparan con sus caravanas las zonas de aparcamiento más codiciadas de la costa, otros de que reservan durante horas amplios espacios en la playa con tumbonas y sombrillas, otros de que se lanzan sobre las mesas que quedan vacías en las terrazas... La turismofobia es un fenómeno que va en aumento en la comarca.
Puede que la causa sea el incremento generalizado de las fobias, a los inmigrantes, a los homosexuales, a los de izquierdas... O puede que simplemente el origen del problema esté en el aumento del número de turistas que visitan la zona. La falta de plazas hoteleras limitaba hasta no hace mucho la presencia de forasteros, pero el bum de las viviendas turísticas ha desencadenado también una explosión de personas que llegan a estas tierras dispuestas a disfrutar de sus muchos atractivos.
Es normal que los vecinos de Barbanza miren con reservas a esos invasores, pero también hay que tener en cuenta que desde diversos frentes se lleva mucho tiempo trabajando precisamente para que este sea un destino atractivo para los turistas, para que vengan y contribuyan a impulsar la economía local.
También es necesario pensar que en algún momento, nosotros pasamos a ser turistas y estamos por lo tanto expuestos a esas fobias. Por eso, cuando uno está de vacaciones debe tener en cuenta que sigue habiendo límites, aunque estos no estén marcados por horarios y obligaciones. No todo vale.