
La política actual es un mar proceloso donde ya quedan pocos marinos de vela, aquellos que navegan por amor a los reflejos, a la sal, a la brisa y al silencio. Sus barcos de bella estampa son ahora supositorios gigantes con ruidosos motores a popa, aquellos que queman dignidad, responsabilidad y sentido común para impulsarse planeando la realidad.
Vaya por delante que en ese Mar de los Sargazos, entretejido de intereses particulares y partidistas, se pueden gestar y realizar mociones de censura; en todos los niveles, desde el local al estatal. Un procedimiento previsto en el ordenamiento —por tanto legal— que nació para la correcta higiene democrática.
En Outes, como en otros muchos sitios, en política lo que hoy es blanco mañana puede ser negro. Fenómeno que sería creíble y asumible con una explicación racional, cuestión que, hasta el momento, no ha logrado el concejal socialista José Antonio Caamaño. Desde su primera explicación para abandonar el equipo de gobierno, con cuatro generalidades, un «espello e dúas farolas», a la inmediata firma de una moción de censura.
Sin despeinarse, fue del oca a oca y paso a la oposición porque me toca al de dado a dado y entro en un nuevo gobierno porque me lo han regalado. Todo un alarde detrás del cual parece que había más planificación de la admitida públicamente por él y el PP.
El problema es que en política, como en el juego de la oca, a las puertas del triunfo puedes acabar en el infierno. En este caso, las elecciones del 2027. El juicio del partido y excompañeros ya lo tiene, ahí tendrá el de sus vecinos que, por lo visto y oído hasta el momento, no augura nada bueno.