La ola de incendios de los últimos diez días arrasó 200 hectáreas en los montes de O Barbanza
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PORTO DO SON
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El año pasado en estas mismas fechas, el fuego solo había quemado dos
23 jul 2020 . Actualizado a las 21:02 h.En la comarca de Barbanza el verano suele ser sinónimo de incendios forestales, y este mes de julio está siendo especialmente activo para los pirómanos, que en los últimos diez días han acabado con más de 200 hectáreas de terreno, o lo que es lo mismo, la superficie equivalente a unos 400 campos de fútbol. Además del corto espacio de tiempo en el que se han producido estos focos -todos intencionados- llama especialmente la atención que durante el año pasado por estas mismas fechas apenas se quemaron dos hectáreas de terreno en 11 conatos que se registraron entre los concellos de la zona.
Sin embargo, en lo que llevamos de julio se han producido una treintena de fuegos en la comarca, aunque A Pobra, Lousame y, sobre todo, Porto do Son, han sido los municipios más castigados por la reciente ola de incendios, que se inició con un fuego en la zona pobrense de A Portela -ardieron diez hectáreas-, y al que se sumó esa misma noche otro a escasa distancia en la parroquia de Santa Cruz de Lesón. Hasta el momento, este ha sido el más grande, ya que arrasó cerca de 48 hectáreas, obligó a cortar los acceso a A Curota y a las piscinas del río Pedras, y estuvo a punto de llegar a varias casas.
El 18 de julio era el núcleo lousamiano de Vilacoba el que veía como más de 41 hectáreas eran pasto de las llamas, y ese mismo día se iniciaba otro gran fuego en el monte Tahume, en la parroquia sonense de San Pedro de Muro, que se llevaba por delante otras 20. Cuando todavía seguía saliendo humo del terreno, el municipio de Porto do Son registraba otros dos fuegos con pocas horas de diferencia. Esta vez estaban localizados en la parroquia de Noal, y con el Enxa como principal víctima, ya que acabaron calcinadas otras 18 hectáreas.
Nivel dos
Por cuarta jornada consecutiva, el martes se producía un nuevo foco en la parroquia sonense de Nebra, que tiñó de negro más de 40 hectáreas y obligó a activar el nivel dos de alerta por su cercanía a las viviendas de Queiro, aunque la intervención de los medios aéreos permitió controlarlo a tiempo. Desde Medio Rural confirmaron que esta fue la primera vez que se declaró este estado de emergencia en todo el año, ya que solo se emplea como medida de prevención en los casos en los que se ponen en riesgo vidas humanas o propiedades.
En este sentido, el alcalde sonense, Luis Oujo, explicó que en uno de estos incendios estuvieron a punto de quedarse atrapados los miembros de una brigada, «pois o vento cambio de dirección e as chamas rodeáronos». Señaló que todos los fuegos registrados en el concello siguen el mismo patrón: comienzan al lado de una carretera, con varios focos, y siempre se producen entre las cinco y las siete de la tarde.
El regidor destacó que las fuerzas del orden han intensificado la búsqueda del posible autor de estos fuegos, «que son un delito contra o medio ambiente e poñen en risco a moitas persoas».
Los incendiarios utilizan desde bengalas de barco hasta excrementos secos de animales
Los agentes forestales que trabajan en las labores de extinción conocen bien los artefactos que utilizan los incendiarios para prender fuego a los montes, y que han variado mucho con el tiempo. Aunque utilizar un mechero o cajas de cerillas suelen ser dos de las técnicas más empleadas, últimamente también se ha descubierto que muchos pirómanos provocan las llamas con bengalas de salvamento de los barcos. «Hemos encontrado carbonizadas varias anillas y parte de estos dispositivos», explica el pobrense Ricardo Rivas.
También se ha descubierto que emplean otros artefactos más naturales, en los que se llegan a coger los excrementos secos que dejan los caballos en el monte. «Actúan como un chisqueiro, porque a bosta está como prensada, así que prenden lume, tápano con ela e en dúas horas xa hai un incendio».
Rivas también reconoció que el 100 % de los focos que se producen por la noche son intencionados, y que el viento del nordeste es el mejor aliado para propagar las llamas, y el peor enemigo de los servicios de extinción.