La pandemia disparó en Barbanza el empeño de joyas para obtener liquidez

Marta Casais
m. casais RIBEIRA / LA VOZ

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cedida

Dueños de negocios dicen que aumenta la gente dispuesta a vender

05 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Anillos, cadenas de oro rotas, relojes de antaño, sortijas. Todas piezas únicas que muchas personas tienen en la familia y que esconden toda clase de historias con un valor incalculable. Lo que sí se puede estimar de estas joyas es el precio que el mercado está dispuesto a pagar por ellas. La crisis económica causada por la pandemia del covid ocasionó que muchas familias se desprendiesen de estos objetos tan preciados, en momentos, su única baza para poder subsistir.

De acuerdo con un reciente estudio de la fundación Montemadrid, una entidad sin ánimo de lucro que trabaja por la inclusión social, un 90 % de los hogares españoles tienen joyas u oro en casa. Sin embargo, solo un 37 % de los encuestados conocen el valor de estas ansiadas piezas. Para muchos, las sortijas o las pulseras no son un bien vendible.

La venta de estos objetos preciados no siempre está marcada por una necesidad económica aguda, como apunta el estudio, sino que también se usa como forma de asegurarse un microcrédito o para afrontar gastos imprevistos sin tener que tirar de ahorros. Los joyeros y compradores de la comarcas son partidarios de esta opción. Muchos afirman que de los clientes que atendieron tras el confinamiento, la mayoría no eran personas con grandes necesidades económicas, sino gente que buscaba usar las joyas como una línea más de inversión.

Una de las razones por las que este tipo de transacciones aumentaron en la comarca de Barbanza durante los momentos más duros de la pandemia es que el precio del metal precioso, como la plata o el oro, subió. Este último, en concreto, aumentó su precio un 13 % durante el 2020, según un estudio del London Bullion Market Association. Muchos vecinos, aprovechando este momento al alza, acudían a joyeros y casas de empeño para desprenderse de objetos cuyo valor económico comenzaba a superar el sentimental.

Pese a que en la mayoría de los establecimientos de productos de lujo de la zona no se realizan estas transacciones, son varios los comerciantes que afirman que, cada vez más, los barbanzanos están dispuestos a vender todo tipo de relojes y sortijas. «Hay mucha más gente que en años anteriores», explica el gerente de Fina Carabel en Ribeira. «Cada vez son más las personas que se pasan por la tienda queriendo vender un reloj de antaño, un anillo que ya no servía o preguntando dónde pueden hacer ese tipo de intercambios».

Subida del precio del oro

«El precio del metal ha subido bastante», dicen desde la joyería Petisco en Noia. «Es normal que en estas ocasiones en las que las circunstancias económicas se juntan las personas intenten vender joyas, sobre todo cuando necesitan liquidez».

Casas de empeño como Compro Oro, son las que más han percibido estos cambios a la alza. «En el momento del final del confinamiento, una vez ya pudimos volver a abrir, se empezaron a ver unos incrementos increíbles. Los empeños de joyas subieron un 80 o 90 % durante la pandemia», dice Adriana Bretal, de la Milla de Oro en Ribeira.

«Es algo que llevamos percibiendo durante algunos años ya, pero después de la pandemia cada vez más ha pasado por aquí gente que necesitaba dinero líquido y para eso vendían algunas joyas».

En este tipo de negocios de compra de segunda mano se puede encontrar de todo, pero hay objetos que Bretal recuerda con más atención, entre ellos una moneda de oro antigua y un anillo. «Fue el objeto más preciado de toda nuestra colección durante bastante tiempo», indica esta empresaria ribeirense. Las perspectivas de éxito son tales que ahora se preparan para una renovación del negocio en plena capital de Barbanza.

La situación

Aunque el empeño de joyas prospera, no es tanto así la venta. El año pasado los consumidores no se preocupaban por este tipo de regalos, aunque la normalidad en estos negocios está volviendo muy lentamente. El cierre inesperado en marzo del 2020, obligó a muchos a cancelar pedidos y con sus tiendas físicas cerradas les preocupaba más su capacidad de sobrevivir económicamente.

Con todo, la fuerza de la recuperación se va notando incluso en este sector, que no se vio especialmente afectado por el auge del comercio electrónico, como otros. «Después del confinamiento, se notaba la inquietud de la gente, por si no se podía permitir alguna pieza, pero ahora la cosa se va tranquilizando algo más», indica una joyera de Noia. Los barbanzanos han recuperado la costumbre de obsequiar con estos pequeños objetos como muestra de cariño y afecto. «La clientela sigue siendo la misma, buscan pequeños recuerdos para regalar en ocasiones especiales».