El calentamiento del mar y la ruptura del vórtice ártico, culpables de las intensas lluvias
BIODIVERSA GALICIA
El invierno que acaba de terminar se ha convertido en el segundo más lluvioso desde el de 2009 y el séptimo más frío de este siglo en España
26 mar 2018 . Actualizado a las 10:56 h.«Lo húmedo se volverá más húmedo y lo seco más seco con el calentamiento global. Por lo que, en consecuencia, la sociedad tendrá que prepararse». Así de contundente se muestra la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en su último informe de cara a la primavera. Los episodios de lluvia vividos durante el último mes y medio estuvieron originados por el calentamiento repentino estratosférico (CRE). Un fenómeno que se debe a la ruptura de los vórtices polares, que arrastra las borrascas y los frentes asociados de norte a sur. Esto se une a una mayor evaporación del agua del océano. De manera que el invierno que acaba de terminar se ha convertido en el segundo más lluvioso desde el de 2009-10 y el séptimo más frío de este siglo en España.
Pero, ¿qué es la ruptura del vórtice polar, y en este caso del Ártico? El torbellino polar está conformado por un chorro de aire que gira sobre los polos a velocidades de huracán, a unos 250 km/h. Según explica José María Sánchez-Laulhe, director del centro meteorológico de la Aemet en Málaga, la ruptura es un fenómeno que «no es tan raro» y que sucede «más o menos cada dos inviernos en el hemisferio norte». Se produce cuando ese chorro de la estratosfera se calienta en exceso y el aire desciende hacia latitudes más meridionales. En el caso del Antártico, subiría hacía latitudes más al norte.
El fenómeno ocurre de una manera tan rápida que los modelos meteorológicos, con los que trabajan los profesionales del clima, no puede reflejarlo. «Al romperse el vórtice se produce un aumento de la presión del aire que tiene repercusiones en la troposfera, que es donde están los fenómenos atmosféricos», apunta Sánchez-Laulhe. Efectos Cuando esto ocurre no siempre se produce un efecto directo, pero cuando la subida de temperatura en esas capas superiores de la atmósfera ártica es importante, «puede tener más posibilidades de que se refleje en la troposfera». «Y sobre todo cuando todo está combinado con temperaturas altas del océano.
En ese caso hace que cambien las condiciones de un invierno normal», añade. Según el responsable de la Aemet en Málaga, la ruptura del remolino ocurrió sobre el 10 de febrero e hizo que «las borrascas y los frentes asociados que circulan a latitudes altas descendieran a otras más bajas» en las que se encuentra la península ibérica. «En principio este fenómeno no tiene nada que ver con el cambio climático», advierte el experto, que subraya que el calentamiento global «está claro». «Por cada grado de temperatura que suba la Tierra aumenta un 3% la precipitación, pero el problema es la distribución. Eso habría que tenerlo en cuenta a la hora de pensar en el diseño de la sociedad», concluye Sánchez-Laulhe, consciente de que «es complicado saber qué ocurrirá en el futuro».
Con ese aumento de las temperaturas se produce una mayor evaporación del agua del mar que, debido a esa ruptura del vórtice, da lugar a periodos lluviosos «más efectivos», con grandes precipitaciones en las cuencas de los grandes ríos atlánticos de España debido a la llegada de un «tren de borrascas», apunta el informe de la Aemet. «Sobre la península chocan una masa húmeda y cálida atlántica con el aire frío existente sobre el continente, lo que fortalece los frentes cálidos de las borrascas y, por lo tanto, las precipitaciones», añade el estudio.
Según la agencia estatal, en el caso de España se observa dos fases de comportamiento «muy diferente». Una fase seca de varios años seguidos con inviernos con precipitaciones escasas, y una fase húmeda, con uno o dos años con inviernos muy lluviosos que alivian a la sequía, ligados en los últimos años a los CRE. «Posiblemente ya estemos en una situación en la que la península se vuelve más seca durante la fase seca, pero en la fase húmeda, ligada a la formación de un chorro combinado atlántico, se vuelve más húmeda, debido quizá al mayor contenido de vapor de agua que puede soportar el aire más cálido», concluye el organismo meteorológico estatal.