El alto precio de pescar en las rocas

CARBALLO

Durante los últimos años más de media docena de aficionados de la zona fallecieron al caer al mar mientras pescaban. Pronto se venderá un arnés para reducir riesgos

21 feb 2010 . Actualizado a las 02:57 h.

La pesca con caña desde las rocas es un pasión para muchos, pero también es un deporte de riesgo, sobre todo para aquellos enamorados de esta actividad que no dudan en acercarse hasta los lugares más difíciles, con el mar embravecido, para lanzar sus anzuelos.

En los últimos años han sido muchos los que han fallecido mientras trataban de cobrarse alguna pieza. El último, el laxense Eduardo Parga Pérez, enterrado el pasado viernes en el cementerio parroquial de Soesto.

El pasado miércoles Parga se dirigió con su caña a las inmediaciones del faro de Laxe. Hacía mal tiempo pero tenía experiencia. Estaba solo cuando por algún motivo cayó al mar golpeándose en las rocas. Su cuerpo fue localizado, flotando sin vida, horas más tarde.

El último año fue especialmente trágico en la Costa da Morte para los aficionados a la pesca deportiva. El pasado 20 de agosto moría en Touriñán Hugo Arriba Álvarez, un turista asturiano de 54 años que se aventuró por las peligrosas rocas del cabo con su caña. Fue a pescar con su hermano. Cuando ambos se disponían a recoger los bártulos para volver a casa una gran ola cayó sobre ellos. Hugo Arriba no tuvo tiempo de agarrarse a nada y el mar se lo llevó con él. Otro hombre que intentó rescatarlo a punto estuvo de perder también la vida. Solo pudo recuperarse, finalmente, su cadáver.

Un año trágico

Poco antes, en mayo, corría la misma suerte un peregrino polaco que decidió salir a pescar por las rocas del cabo Fisterra. También en mayo perdía la vida una joven de Corme que se encontraba pescando con su novio. Su caña cayó al mar y, cuando se acercó para recuperarla, se la llevó una ola. Nada se pudo hacer para salvarla. Tampoco al dubrés que en julio falleció en parecidas circunstancias en San Adrián.

Todas esas muertes ocurrieron en solo unos meses, pero raro es el año en el que no se registra en la comarca alguna tragedia similar. En febrero del 2006 Evaristo Barral García, que tenía solo 25 años, se fue a pescar con su hermano a la costa de Caión. Resbaló en una piedra y se cayó al mar, de donde no volvió a salir con vida.

En el año 2003 le tocó correr la misma suerte a un fisterrán. Agustín Traba López, de 47 años, había salido a pescar a un acantilado cercano a la playa de A Insuela, en Carnota. Cayó al mar en medio de un intenso oleaje. Dos personas que presenciaron el accidente nada pudieron hacer para rescatarlo.

Más atrás, en junio del 2001, era un vecino de Carballo el que perdía la vida practicando la pesca deportiva. A Francisco Aldao Cobas, de 58 años, se lo tragó el mar en Razo mientras disfrutaba de sus vacaciones.

En lugares como Touriñán (Muxía) y el cabo Fisterra, los fallecimientos se repiten con cierta frecuencia. Un goteo constante que hasta ahora nadie ha conseguido parar. Cualquier descuido, cualquier mal cálculo al lado de la costa, puede convertir un día de diversión en una tragedia.

Hace más de un año que el laxense José Manuel Pato trabaja en un invento para tratar de poner fin a esa sangría o, al menos, minimizar su impacto.

Se trata de un sistema que mantiene al pescador deportivo atado a la costa mediante un arnés y un cabo sujeto a un ancla que se sujeta en tierra.

Hace un año, recuerda Pato, le ofreció el invento a la Xunta sin que hasta ahora se hayan puesto en contacto con él para tratar de emplear el artilugio. Lo ideal, relata el inventor y delegado de la Real Liga Naval Española, sería que cuando un pescador acude a solicitar un carné de pesca en superficie, tuviera que llevarse, con el documento, un sistema para aumentar su seguridad en las rocas.

Aunque la Xunta no ha respondido al ofrecimiento de Pato, el laxense trabaja en su comercialización para tratar de que de algún modo llegue a los pescadores de caña. Actualmente lo desarrolla la empresa Naisa. Su gerente, Carlos Carrión, explica que están en la última fase del desarrollo del producto, buscando los componentes más adecuados que permitan que sea un sistema asequible.

En pocas semanas podría haber una propuesta final. El precio del sistema de sujeción todavía no tiene nombre oficial ni se sabe cuál será finalmente el precio del producto, que podría situarse en el entorno de los 20 euros. También es posible que se pongan dos versiones en el mercado, ambas igual de seguros, pero una algo más cómoda -y lógicamente más cara- que la otra.

Sea cuál sea la propuesta final, el objetivo lo tienen claro: «Que no haya más accidentes en la costa», dice Pato.

El inventor es consciente de que, a veces, el pescador fallece al golpearse contra las rocas, algo que no siempre su sistema puede evitar. Aun así, dice, ofrece ventajas incluso en esas circunstancias. Por un lado, evita que se pongan en movimiento una gran cantidad de medios de rescate. Los rescatadores, recuerda, también corren un riesgo durante las operaciones de recuperación de cuerpos, ya que habitualmente se realizan en zonas difíciles y en malas condiciones climatológicas.

En cualquier caso, el sistema valdría para ahorrar muchas muertes. Está más que demostrado que los accidentes no son algo puntual. En la Costa da Morte son muchos los fallecidos, pero en el litoral gallego el número aumenta considerablemente.

Pescadores y turistas confiados son víctimas con frecuencia de un océano cuya fuerza se subestima. Muchos llevan toda la vida pescando sin percances, hasta que pasa. Y entonces ya no hay remedio.

Un sistema que aumente la seguridad de los pescadores, y que encima resulte barato, podría suponer una solución para reducir al mínimo las tragedias. Son males innecesarios que vale la pena ahorrase.