La lucha de los preferentistas bergantiñáns se recrudece

Cristina Abelleira CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Los manifestantes permanecieron en el interior de la oficina bancaria vigilados por agentes de la Guardia Civil.
Los manifestantes permanecieron en el interior de la oficina bancaria vigilados por agentes de la Guardia Civil. José Manuel Casal< / span>

El anuncio de las quitas originó la movilización más tensa desde que empezaron las concentraciones semanales en las oficinas bancarias

12 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Ayer se vivieron los momentos de más tensión desde que empezaron las concentraciones semanales de los preferentistas en Carballo, hace ocho meses. El anuncio de las quitas movilizó a decenas de afectados llegados desde distintos puntos de la comarca de Bergantiños para reclamar con más ímpetu que nunca el dinero conseguido con el ahorro, con la liquidación resultante de un despido, con los regalos de la primera comunión o con la indemnización por el fallecimiento de un marido o un padre. Todas esas historias particulares estuvieron más presentes que nunca en la protesta de ayer, que comenzó en la planta baja de la casa consistorial -allí los preferentistas fueron recibidos por varios miembros del gobierno municipal, que les expresaron su apoyo- y terminó en la oficina principal de NCG Banco, punto de encuentro y de despedida durante estos ocho meses.

Los afectados irrumpieron en la sucursal con sus bocinas, sus silbatos y su megáfono. «Son as armas que levamos, porque non vimos agredir a ninguén, só vimos berrar», exclamó una de las manifestantes. Y, de hecho, ayer gritaron como nunca consignas como «manos arriba, esto es un atraco». Pero los trabajadores de la entidad, algunos de los cuales han declarado sufrir fuertes presiones, no las tenían todas consigo, y requirieron la presencia de las fuerzas de seguridad. Agentes de la Policía Local reforzaron durante unos minutos a las patrullas de la Guardia Civil que intentaban apaciguar los ánimos.

Después de unas intensas negociaciones se alcanzó un acuerdo, y los preferentistas, como clientes que son, pudieron quedarse en la oficina hasta la hora de cierre, eso sí, sin chalecos, sin bocinas y vigilados por la Guardia Civil.