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Los hermanos Añón Suárez ponen su puesta a punto para la cita de Brasil 2016
05 dic 2013 . Actualizado a las 21:22 h.En la imagen, Gonzalo Añón Suárez, de 18 años de edad e integrante de la selección nacional sub-21, en plena competición deportiva en el recinto de Casas Novas.
[Toni Longueira] Son un referente en un deporte minoritario y asociado al elitismo y al papel cuché. Los hermanos Manuel y Gonzalo Añón Suárez son dos jinetes de prestigio que, pese a su juventud, acumulan ya muchos años de kilómetros, vuelos, caídas, triunfos y algún que otro fracaso deportivo con el único afán de dedicarse a su «afición» favorita.
Aunque residen en Madrid, siguen sin olvidar sus raíces larachesas. «Ese pensamiento siempre está ahí», apunta Gonzalo, el menor de los dos hermanos. A pesar de su juventud, 21 y 18 años, respectivamente, llevan más de un decenio subiéndose a los caballos y participando en pruebas de calado nacional e internacional. Pero en el punto de mira de ambos jinetes está en la cita olímpica de Brasil 2016. «Es un sueño, sobre todo para mí. Mi hermano Manuel lo tiene en teoría más fácil», comentó Gonzalo. Para que eso pueda ocurrir, la selección tiene que quedar entre las mejores del mundial de Normandía del próximo año y del europeo del 2015, sin lugar por decidir todavía.
Y es que Manuel Añón casi roza el sueño de ir a los Juegos Olímpicos de Londres 2010, pero la selección no consiguió el billete para la cita y Manuel Añón se quedó con la miel en los labios. Gonzalo es más joven, tiene 18 años, y ya integra la lista de la sub-21, que el próximo año disputará el campeonato de Europa. Pero, por si las moscas, Gonzalo Añón sigue mirando por el rabillo del ojo esta posibilidad. «Sería el mayor sueño, representar a mi país en una cita olímpica. Soy joven y espero tener una larga carrera deportiva, pero no es menos cierto que me encantaría estar en Brasil». Eso sí, prefiere ir piano-piano. «Tengo por delante varios torneos, las dos próximas en Valencia y Barcelona, y hay que estar al cien por cien para intentar conseguir ese objetivo», apuntó Gonzalo.
Dedicarse a la hípica «no es fácil». Se trata de un deporte minoritario, que supone «una elevada inversión y muchas horas de dedicación», apuntó Gonzalo. Pero añadió: «Compensa todo el trabajo que le dedicas cuando consigues un buen resultado». Gonzalo entrena cuatro horas al día, actividad que compagina con la universidad donde cursa Administración y Dirección de Empresas (ADE). «La hípica no es como el fútbol. Cuando acabas el partido te duchas y te olvidas. Cuando acabas una prueba de hípica tienes que estar pendiente del caballo, cuidarlo, eliminarle el estrés al que lo has sometido en una prueba. Es mucho sacrificio pero a mí me compensa», argumentó Gonzalo.