El catedrático de Derecho Constitucional Jorge de Esteban, decía en un artículo que, gracias a nuestra legislación electoral, se permite que estén representados en el Congreso de los Diputados los partidos que hayan obtenido menos de un 3% de los votos en cada circunscripción electoral, de este modo se hallan representados partidos localistas que en conjunto no llegan al 10% nacional.
Mientras las formaciones políticas de afanan y esfuerzan de manera apasionada para repartir el festín de las elecciones del pasado 23 de julio, la decadencia económica y social ha venido para quedarse convertida en una especie de enfermedad crónica hasta que consigamos el antídoto que permita su recuperación y erradicación, que probablemente debería empezar por fortalecer el Estado de Derecho frente a la decepcionante politización de la Justicia, opino que necesitamos más pedagogía social y menos manipulación mediática.
Con tanto ruido mediático como al que estamos asistiendo en estos días para el reparto y acomodo de los intereses de las distintas fuerzas políticas que han obtenido representación parlamentaria, también se dan otras noticias (como el incremento de quiebras de empresas y de particulares, la exoneración de la deuda de Catalunya, etc, etc, por no mencionar la crisis estructural del abastecimiento y tratamiento del agua) a las que los medios de comunicación, en mi opinión, no prestan la atención y cobertura necesarias, tal vez, para no entorpecer aquel reparto que la estadística ha puesto en manos de políticos incapaces de llegar a acuerdos de Estado tan necesarios de cara al futuro, para toda la sociedad en su conjunto y no solo para unos cuantos privilegiados.
Creo recordar que el escritor Jorge Luis Borges fue quien dijo que para él la democracia era el absurdo de la estadística, porque implica que debemos suponer que la mayoría de la gente entiende de política y algo de razón puede deducirse de sus palabras si nos atenemos al mensaje estrictamente en términos cuantitativos, una mayoría que se da por hecho que entiende de política impone a la otra su ideario y/o reglas por el simple hecho de una suma algebraica. Los españoles tenemos en general una imagen muy negativa de nuestra clase política, y en este sentido me vienen a la mente lo que el politólogo José L. Barreiro escribía en su columna de la Voz de Galicia el día 29/09/2018, respecto a la política española, afirmando que se ha convertido en el reino de la banalidad, la triquiñuela y lo cutre, para lo único que hay consenso es para huir hacia delante, los pesos pesados del saber y de la experiencia escapan al servicio público.
Ahora nos prometen, de nuevo, sacarnos del atolladero en el que nos han metido, no olvidemos que los partidos políticos, están controlados por sus potentes aparatos, que como regla general son las organizaciones que sostienen y apoyan a los gobiernos democráticamente elegidos, y que como nos recordaba el profesor Jorge de Esteban en base a la aplicación de la legislación electoral se permite que estén representados en el Congreso de los Diputados, pero también deberíamos reflexionar y sopesar si en ese mismo hemiciclo es donde reside la etiología de la dolencia que como sociedad padecemos en los tiempos que corren, el naufragio de nuestra Constitución