La Camila, una de las más famosas goletas corcubionesas

Luis Lamela

CARBALLO

Goleta Camila, en un dibujo cedido por Aquiles Garea.
Goleta Camila, en un dibujo cedido por Aquiles Garea. ARCHIVO LUIS LAMELA

Galicia oscura, Finisterre vivo | Navegó durante casi sesenta años, hasta 1888, con varios pilotos al mando

01 mar 2025 . Actualizado a las 04:47 h.

En los varaderos de la playa de Quenxe, en Corcubión, se construyó en 1829 una goleta bautizada con el nombre de Camila, encargada por el fomentador José Sagristá Xampén, originario de Sau Pol (Cataluña), y casado con Rosa Colomé Trepidó. José Sagristá tenía 31 años y residía en un almacén de salazón del mismo playal, residencia que abandonó 60 años después, en 1889, una vez que dejó como encargado de sus intereses empresariales a José Villaronga Sagristá. Esta goleta, la Camila, de 62 toneladas de registro bruto, fue matriculada en el distrito marítimo de Corcubión bajo la rúbrica naviera de Xampén y compañía.

En junio de 1839, el puerto de Corcubión estaba habilitado para la importación y exportación de artículos nacionales, coloniales y extranjeros para el comercio de cabotaje. Además, tenía habilitada aduana para cabotaje y exportación al extranjero. El periódico El Clamor Publico, de Madrid, del 14 de enero de 1853, reseñaba que Corcubión era uno de los puntos de la costa española en la que había construidas obras artificiales para facilitar la carga y descarga de los buques.

Botadura en la playa de Quenxe
Botadura en la playa de Quenxe CEDIDA POR JESÚS PORRÚA

Y en este contexto, y con la actividad marítima y comercial de la goleta Camila, podremos apreciar el intenso tráfico marítimo que efectuaban los buques con base en la ría y puerto de Corcubión. Y es que fueron varios los pilotos que durante años capitanearon esta goleta en su navegación por los mares.

Uno fue Juan de Lema, con 29 años en 1851 y casado con María Dorich. Entró en Barcelona pilotando la goleta Camila el 26 de febrero de 1848, procedente de Santander y Corcubión, después de 31 días de navegación. Llevaba en sus bodegas 1.006 sacos de harina, frecuentemente exportada por el puerto cántabro.

Panorámica parcial de la ría de Corcubión
Panorámica parcial de la ría de Corcubión ARCHIVO LUIS LAMELA

Con este mismo piloto, el 20 de marzo de 1849 la Camila estaba atracada al puerto de Barcelona, día en el que quedó despachada para salir en lastre con destino a Torrevieja, con el objetivo de cargar sal para la ría de Corcubión. El 17 de julio de 1850 entró de nuevo en Barcelona procedente de Alesund (Noruega), después de 44 días de navegación y con 3.925 vogs (sic) de bacalao en las bodegas. Y días más tarde, el 27 de julio de 1850 salió del puerto catalán para Corcubión con colonias y en lastre. El 21 de noviembre del mismo año entró en Barcelona tras 18 días de navegación desde que partiera del puerto origen, Corcubión, con 137 quintales de congrio y 97 pipas de sardina. El 7 de diciembre quedó despachada en Barcelona con una carga de corteza de pino molida y un molinete, todo para Corcubión. 

Santander, Barcelona

El siguiente viaje de la Camila fue capitaneado por el piloto J. de Leiva, arribando a Santander el 13 de enero de 1851 procedente de Corcubión, con 82 cascos de sardina prensada y 6 pipas de boquerón en caldo en sus bodegas; repitiendo viaje el 16 de enero de 1851 y arribando a Santander para coger carga con destino a Barcelona. El 24 de enero de 1851 quedó despachada para salir con destino Barcelona, con 1.050 sacos de harina…

Pero pronto recuperó el mando de la goleta Juan de Lema. Procedente de Santander, Corcubión y Málaga, y en una navegación de 23 días, la Camila arribó a la Ciudad Condal el 6 de marzo de 1851 con 1.050 sacos de harina. Meses después encontramos que, en 34 días de navegación, viajó desde Alesund para arribar a Barcelona el 13 de septiembre de 1851, con 4.935 wogs de bacalao. Y seguidamente, el 29 de septiembre de 1851 quedó despachada para su puerto base, Corcubión, con 30 sacos de cáscara de pino y 6 fardos de géneros. Después de 19 días de navegación, el 30 de noviembre de 1851 arribó a Barcelona procedente de Corcubión, con 145 cascos de sardinas y 168 fardos de congrio. El 12 de diciembre de 1851 aparece despachada en Barcelona para Corcubión con 10 sacos de cáscara, 80 quintales de alquitrán y varios efectos. Y el último viaje con este capitán lo encontramos al salir de Cádiz el 27 de abril de 1852 con destino a Málaga y Valencia, con mercancías varias. Juan de Lema abandonó el mando de la goleta Camila al hacerse cargo del pailebot (o polacra-goleta) Ceferino, en su condición de armador y patrón.

Panorámica del puerto y de la bahía
Panorámica del puerto y de la bahía FOTO ROMERO

En este último año, 1852, asumió el mando de la goleta Camila Francisco de Lema, que en 1851 estaba casado con Rosita Liberona, de 30 y 31 años, respectivamente, y con un hijo, Francisco de Lema Liberona, de 2 años. Francisco de Lema pilotó la goleta Camila en su navegación de Corcubión, arribando a Águilas (Murcia), a Barcelona, a Liverpool, a Christiansund (Noruega) y otros muchos puertos, transportando tercios, pipas de sardinas, quintales de congrio, atados de flejes de hierro, barras de hierro, canastas de achota, barriles de esmalte, cadenas, áncoras, balas de hilaza, vogs de bacalao...

The Great Liverpool

Y después de años surcando mares y muchas singladuras sobre su quilla, además de numerosos cambios de trapo en su arboladura, la goleta Camila fue subida de nuevo al carro del playal de Quenxe para reparar y reconstruirla con la madera y clavazón del buque inglés naufragado en febrero de 1846 en aguas de Gures, The Great Liverpool. Una dirección y trabajo llevado a cabo por el carpintero, originario de Vigo, Tomás Fábregas, que, en 1851 estaba casado en Corcubión con María de Lago. Y después de un paréntesis de cerca de dos años en el astillero, la Camila salió a la mar rumbo a Barcelona, regresando el 20 de agosto de 1857 al puerto origen. Y después de 58 días de navegación al mando del capitán Manuel Lema Baldomar, que en 1851 tenía 19 años y estaba avecindado en la calle General Prim de la villa de San Marcos, arribó de nuevo a Barcelona procedente de Corcubión, Almería y Cartagena, el 3 de febrero de 1858, con congrio y sardina en sus bodegas.

Con el capitán Antonio Agrafojo, la goleta Camila siguió saliendo de Corcubión para otros muchos puertos, con sardina, congrio, pipas de vino, alubias, manteca... Y después llegó el mando del piloto Ramón Blanco Rivas, nacido en Fisterra.

Murió de vieja

En los casi sesenta años de navegación, además de los pilotos citados, y un número indeterminado de tripulantes vecinos de las poblaciones que bordean la ría, también la goleta pasó por distintas manos de navieros del que ordenó construirla en 1829. Y, más tarde, en 1888 vino a morir de vieja a la misma playa que había sido botada por vez primera, y aún aprovecharon sus clavos de cobre, procedentes del buque inglés naufragado en la playa de Gures, para reutilizarlos en la construcción del balandro Méndez Núñez. Y así terminó la larga serie de singladuras de uno de los símbolos de la antigua marina mercante de la ría de Corcubión: murió de vieja.