
Especial de turismo | No te puedes perder ninguna de estas experiencias. ¡Toma nota!
19 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El turismo, la visita a una tierra, no puede quedarse tan solo en unas cuantas fotografías que compartir con amistades o seguidores en redes. Cada vez más el visitante busca experiencias, de esas que dejen huella, y en la Costa da Morte hay espacio para que así sea.
Ardora, la misteriosa luz azul del mar
Es un fenómeno tan antiguo como cargado de magia, por más que tenga su explicación científica. A los mil y un motivos para visitar la Costa da Morte se ha sumado en los últimos años uno que atrae a no pocos visitantes: el mar de ardora. Fruto de la divulgación mediante fotografías y libros como Mar de ardora, mar de Galicia, de Ana García, muchos arman sus noches de paciencia para tratar de admirar esa luz azul en aguas de la zona. El verano es la época más propicia, en lugares resguardados y con escasa contaminación lumínica, pero no hay receta mágica, y he ahí la cuestión. Cabana, Ponteceso, Dumbría, Cee, Malpica, Camariñas, Laxe, Fisterra... En algunos de sus arenales ya se ha admirado, y ahora existe además la opción de perseguir el mar de ardora con salidas en barco.

Único: Penedos, un museo que solo hallará aquí
Es tal la belleza de este territorio atlántico que la Costa da Morte se brinda sobremanera a la literatura y a la imaginación. Tiene esta última un impresionante maná en los Penedos de Pasarela y Traba, Paisaxe Protexida a caballo entre los municipios de Vimianzo y Laxe. Se trata de un museo pétreo al aire libre único en el mundo, con múltiples formas a admirar, zoomorfas, antropomorfas, con todas las caras que uno quiere buscarle, fruto de la geología y del capricho del tiempo. Moverse entre las piedras, señalizadas e identificadas en muchos casos, puede hacerse a través de rutas habilitadas para ello, gratuitas. Ascender a este olimpo no solo tiene la recompensa de los Penedos en sí, sino la de alcanzar en la cima un auténtico mirador con el mar en el horizonte.

Altura: miradores, auténticos balcones a la belleza
Han popularizado los drones vistas de infarto, inaccesibles salvo vuelo en parapente o similar, para el ojo humano. No obstante, desde un extremo al otro, la Costa da Morte es riquísima en miradores que ofrecen panorámicas de excepción. El más reciente es Furna do Sapo, en Cereixo, Vimianzo, impresionante vista a la desembocadura del río Grande. Dumbría, con O Ézaro y nuevos proyectos en marcha, es otro buen ejemplo. Pero también están el Xalo, Monte Branco, el Pindo y su Moa, el Pico de Meda, el monte Facho, San Bartolo y la Cruz do Loureiro, Caión, Santa Marta, Vilela o Santo Hadrián. Cerceda, Ponteceso, Zas, Muxía, Vimianzo, A Laracha o Malpica se pueden admirar desde las alturas. Espacios para sentirse más grande, o más pequeño, según como se mire.

Islas: paraísos terrenales en el océano
Para lo bueno y para lo malo, las islas son paraísos terrenales que quedan cerca, pero a la vez lejos. Visibles desde tierra, pero un tanto inalcanzables para la inmensa mayoría. La Costa da Morte tiene en las Sisargas (Malpica) y las Lobeira (Corcubión) dos epílogos de su belleza y bravura, seguramente poco aprovechadas, lo que acrecienta su carácter de exótico. Hay, no obstante, algunas experiencias empresariales privadas que permiten subirse a bordo para acercarse por un instante a sus encantos. Grande, Malante y Chica integran las Sisargas, con faro, casa de la sirena, ruinas de una ermita, una playa o un pequeño muelle, Zona de Especial Protección de Aves. En las Lobeira, Grande y Chica, también hay faro, playas y restos de una fábrica de salazón.